Mi primer libro 📚

Hay cosas que no se olvidan nunca màs y quedan en nuestra memoria y corazòn para siempre, una de esas cosas fué mi primer libro.

No soy una persona que haya leído mucho, que sepa de autores o estilos de lectura, pero los libros que llegaron a mi vida siempre me dejaron algo especial, motivo por el que recuerdo cada uno de ellos.

Nunca olvidarè el primer libro de cuentos que me comprò mi mamá. Lo leí cientos de veces, siempre con la misma ilusión hasta el día de hoy.

100 cuentos para leer antes de dormir de María Granata fué el primer libro que llegó a mi vida.
Les voy a contar el motivo por el que es tan especial para mi.

Yo era muy pequeña en ese entonces, tendría quizás unos 4 años o incluso menos. Edad en la que nuestros padres nos van enseñando las letras y tenemos todas las ganas de ponernos a leer "como los grandes", mi mamá cuando volvía del trabajo, siempre, pero siempre, traía alguna sorpresa. Ese día sin darse cuenta, trajo la sorpresa que voy a recordar toda la vida.

¡No podía creer lo que veían mis ojos!, ¡Mi primer cuento! No me alcanzaba la boca para sonreír más grande, era feliz. Lo miré de arriba abajo, cada detalle, la textura, el olor, sus páginas con todos los colores y dibujos, que ilusión.
A partir de esa misma noche mi mamá me leía un cuento antes de dormir.

Parece mentira que aún recuerde lo que pensé en ese momento, con la edad que tenía y considerando que pasaron muchos años. Pero fué el hecho de que era muy pequeña y no quería esperar hasta la noche para que mi mamá me leyera, iba a aprender yo sola. Busqué el cuento más corto del libro y empecé a repasar las palabras una y otra y otra vez, primero nada de lo que decía tenía sentido porque aún trataba simplemente de unir cada palabra, pero fué sonando cada vez mejor, hasta que por fin UN SOL NIÑO quedó bien aprendido ¡pude leer yo sola! Y lo repetí hasta el cansancio, (el de mi madre, porque yo nunca me cansé), esas primeras líneas las podría decir de memoria aunque pasaran quinientos años.

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Y así fuí aprendiendo más y más hasta completar el libro. Cada historia no quedaba en un par de líneas, no. De ahí surgían horas de juego en mi cabeza, un mundo de posibles finales e historias paralelas. Eso para mí era mejor que ir a algún parque de diversiones.

En un momento ya siendo grande, la vida me llevó por otro rumbo, otra casa y otro país. Tuve que guardar mi vida en dos maletas y marchar. Con los nervios de mi primer viaje sola, puse cualquier cosa. Recuerdo tener muchas cosas en la cabeza y no lograba saber que sería útil o qué objetos llegaría a extrañar con el paso del tiempo. Una de las cosas que no puse en esas maletas fué mi libro. Y tuve esa tristeza muchos años, porque al darme cuenta y contarle a mi mamá lo que había sucedido y por mucho que buscó en las cajas de todas las cosas que quedaron en mi país, no lo pudo encontrar.

Y así fueron pasando los meses, tuve un hijo y el dolor de no poderle pasar ese lindo recuerdo que tuve en su momento. Cuando mi hijo tenía unos 3 o 4 años, mi mamá decide viajar a visitarnos. Como les debe pasar a todas las abuelas, llegó con un millón de regalos para todos, pero en especial para su primer nieto.

El corazón se me hizo un nudo cuando vi el brillo de sus ojitos cuando abrió uno de los regalos, la sonrisa que no le cabía en la carita. Era su primer libro de cuentos para leer antes de dormir, pero era el mio también. ¡Lo encontró! Mi mamá lo encontró y lo estuvo guardando para regresarlo a mi vida en el momento justo. Y lo fué.

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A partir de esa noche yo le leía a mi hijo un cuento antes de dormir.

Muchas gracias por leer.

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