Mientras el gobierno socialista de Nicolás Maduro está en la persecusión de todos aquellos sospechosos de participar en el fallido atentado contra su persona, decenas de poblaciones del sur de nuestro país sufren actualmente una de las inundaciones más fuertes de los últimos años, al punto que cientos de viviendas y cultivos han quedado destruidos, lo que además agrava la ya crítica situación a nivel alimenticio de los habitantes de este gran sector de nuestro país.

En total, ocho estados (Amazonas, Bolívar y Delta Amacuro principalmente) son los afectados por la crecida del Orinoco, la mayor de los últimos 40 años, consecuencia de dos meses seguidos de lluvias que se han fortalecido debido a la vaguada de las últimas horas.

Tan solo en Delta Amacuro, cosechas de Maíz y Yuca, principales alimentos para las poblaciones de este estado que prácticamente ya no recibe alimentos procesados debido a la escasez que afecta al país, fueron por completo arrasadas, por lo que se estima que una vez el desastre de la crecida pase, la hambruna vaya a ser de inmensas proporciones.

Las escuelas se han convertido en refugios para la población. Sin embargo, ante la actual crisis, muchas familias prefieren mantenerse en sus casas para proteger sus objetos de valor.

“Ya tenemos más de diez días inundados”, dijo a la AFP Érika Machado, de 32 años, quien no quiso abandonar su casa en Puerto Ordaz (Bolívar) por temor a que le robaran sus pocas pertenencias.

“El hambre está pegando fuerte, no hay comida. Muchos están aislados, los ambulatorios carecen de medicamentos”, contó a la AFP José Naveda, periodista de la ONG Kape Kape que atiende a comunidades indígenas del estado Delta Amacuro, habitado mayormente por la etnia Warao.

En este sentido, la preocupación mayor es la multiplicación de enfermedades como el Sarampión y el Dengue, entre otros, que ante la falta de medicamentos, sumado a este cataclismo climático, pudiese convertirse en una pandemia.

Según el gobierno, se ha establecido un puente aéreo para llevar insumos a muchas poblaciones que se han quedado incomunicadas en Amazonas, pero los habitantes de allá manifiestan que más bien han sido abandonados a su suerte, a la espera que bajen las lluvias.

Lo mismo expresa el ex-gobernador de Amazonas, Liborio Guarulla, quien afirma que el gobierno dio por completo la espalda a los habitantes del sur del país, y a pesar de la gravedad de la situación, no ha decretado el estado de emergencia.