VÍNCULO MORTAL (Relato Breve)


Ángel de piedra entre lápidas

Imagen libre de derechos tomada de Pixabay.com

"La muerte es algo que no debemos temer porque, mientras somos, la muerte no es
y cuando la muerte es, nosotros no somos". Antonio Machado.

Se escucha la alerta de cierre de puertas. Alguien avanza corriendo y entra antes de que éstas se cierren. El vagón comienza a moverse. Ella está tensa, la rigidez se le ve de la punta del cabello a la punta de los pies. Él parece abatido, intentando conservar la dignidad a pesar de todo.

Ella le mira de reojo con desprecio, Él evita, avergonzado, que se crucen sus miradas.

El movimiento del vagón hace que sus cuerpos se rocen. La expresión de ella es de repugnancia, la de él es de tristeza. Cualquiera diría que son una pareja en conflicto, él le ha sido infiel y ella le descubre. Sin embargo, no hay vínculo, no, al menos de pareja.
Él tiene anillo de casado, ella apenas lleva reloj de pulsera.

Parece que él quisiera hablarle, su rostro fatigado y con ojeras son muestra de una pésima noche. Ella se gira levemente; una lágrima brota y se desliza; cae sin remedio y se pierde entre su blusa arrugada y de un color indescifrable.

A ambos los une una tragedia, un vínculo de tristeza y de dolor.


El hombre se baja una estación antes; ella se baja dos estaciones después. Las lágrimas ya no brotaban con timidez, ahora caían libremente, acompañando un lamento quedo que resonaba a cada paso.

La vi estremecerse presa de un temblor incontrolable mientras se asía con firmeza al pasamano de la escalera mecánica. El tren inició la marcha y la perdí de vista.


El periódico matutino mostraba en primera plana la foto de aquel hombre y aquella mujer; acompañando a las gráficas, un titular encabezaba la noticia de un crimen pasional.

“Adolescente de 16 años asesina a su novia de 15 en un arrebato de celos”.
El padre del joven afirmó desconocer que el mismo poseía un arma de fuego. La hermana de la occisa declaró, que ella sospechaba que el joven andaba en malos pasos y por eso había aconsejado a su hermana que terminase la relación. En una fiesta realizada en el mismo barrio donde vivían ambos, el joven presa de un ataque de celos, arremetió a tiros contra su exnovia al verla bailando con uno de sus vecinos. En medio de la conmoción, el joven intentó escapar, pero fue linchado hasta la muerte por un grupo de vecinos que lo habían identificado como uno de los azotes más peligroso del barrio. Las familias de los jóvenes esperan por la morgue para iniciar los trámites de ambos sepelios.

Cerré el periódico, lo doblé y me puse en pie. el sonido de murmullos en el vagón me parecía tan lejano.

Los recordaba. Hacía mucho tiempo que no me sentía tan impotente. trabajo codo a codo con la muerte y nunca, nunca mi trabajo me había pesado tanto como aquella noche.

Eran tan jóvenes, con toda una vida por delante.

¿Qué puede llevar a un adolescente a vaciar un cartucho entero sobre una criatura semejante?

es una pregunta a la que quizá, nunca le encuentre respuesta.


Salí de la estación y me dirigí a la parada de autobuses. que contraste tan impresionante. Personas de un lado a otro, llenas de vida, de objetivos, de ilusiones iban caminando por la acera.

Del otro lado esperando su turno para abordar el autobús, personas cuyo rostro muestra ese miedo a enfrentar lo que, con toda probabilidad sus corazones les gritan; desde hace varios días en algunos casos, varios meses en otros.

Por fin bajo del autobús. el tumulto de personas me habla de otro fin de semana sangriento, de una pila de cuerpos esperando a que pueda dar una respuesta.

Respiro profundo. Entro con el anhelo de que algún día vuelva a creer que trabajar con la muerte tiene algún sentido.

No me he desensibilizado apesar de los años, será que mi problema siempre ha sido que soy demasiado humana, o que con el tiempo, la madurez me ha ablandado más de lo que me imaginaba.


El olor a cadáveres en descomposición me da la bienvenida. Decido no pensar y ponerme a trabajar. No quiero tentar a mi suerte y que la esperanza de un cambio se me vuelva a escapar entre los dedos.

Siento que me observan. con aquel pequeño cuerpo sobre la mesa, parpadeo por si fuese producto de mi imaginación. Niego con la cabeza, me estiro un poco y sigo analizando con cuidado aquellos restos.

La presencia sigue ahí. Por el rabillo del ojo percibo una forma difusa, casi humana.

Alucino, lo sé; pero mi curiosidad y mi carácter irreverente me lleva a enfrentarme a ello.

Me giro y ahí está, ahora más clara, casi tangible.

Detengo el craneotomo y busco su mirada. No tengo miedo, a fin y al cabo nos conocemos desde hace tanto tiempo.

Me mira con un gesto casi reverencial. guardo silencio. Se acerca a la mesa, su mano de dedos largos y finos parece querer acariciar aquel rostro infantil.

Veo compasión en su mirada; su gesto me sorprende, pero no digo nada. sigo a la espera, como si entre nosotras hubiese una especie de pacto intangible; tan inexplicable como esa delgada línea que separa la ética de la morbosidad.

Vuelve a mirarme, ahora con más respeto. No habla, pero su mirada me lo dice todo. Se aparta para dejarme culminar mi trabajo.

Se desvanece con lentitud, dejando un frío glacial que parece penetrarme hasta los huesos.

Respiro tan profundo como puedo y sigo trabajando con aquel pequeño, mientras no dejo de pensar en este vínculo mortal, el que me mantiene en pie desde hace tantos años. Ese que solo se romperá cuando llegue mi momento.

Fin.

¡Gracias por visitar mi blog!

Si te ha gustado esta publicación, te invito a que compartas conmigo tus impresiones. . Es genial conocer la opinión de quienes nos leen.

Y si te apetece votar y restemear, adelante, que un cariñito por parte de los lectores nunca viene mal.

¡Les abrazo grande y fuerte!

nota: este texto es de mi autoría. Ha sido publicado en mi blog personal, "viviendo entre dos mundos" y ha sido editado, añadiendo contenido y mejorando su aspecto en esta plataforma.

H2
H3
H4
3 columns
2 columns
1 column
Join the conversation now