EL VIEJO CUADRO QUE ME ACOMPAÑA POR LAS NOCHES
Ella solo aparece en momentos indicados. Cuando el petricor está en el ambiente, cuando la suave brisa mueve las cortinas.
Ella es preciosa, me hipnotiza.
Su cabello me recuerda al mar, moviéndose sobre sus hombros como las olas rompiendo contra la arena. Pero mi parte favorita de ella son sus ojos, oscuros y vacíos, provocando que sensaciones inefables viajen por mis venas y aturdan mi sistema.
Es única, solo por el hecho de que no es real.
Tomo una taza de café con mucha azúcar y muy caliente, disfrutando del humo que sale de él, camino hasta la sala y allí tomo asiento en mi sillón favorito. Es mi rutina luego de un largo día, me gusta pensar que la invoco de esa manera y que si algo no ocurre tal cual como la rutina ella no aparecerá.
Cuando tomo asiento, frente a mí solo hay un viejo cuadro con olas en él en una noche especial. Los tonos azules me envían calma y soledad, yo solo relajo mis hombros y espero que ella aparezca. Porque solo quiero verla a ella.
Lo primero que noto siempre es su cabello materializándose a través de las olas, luego sus ojos me miran y ya me siento perdida. Ella me guía, es ella quien me vigila.
Me gusta hablarle, aunque nunca me escucha. Le cuento de mi día y de mis colores favoritos. De cómo me siento cuando mi corazón se rompe o como todos dicen que mi risa suena como la brisa en las tormentas.
Yo solo hablo y ella solo me mira. Esa es su magia.
Pero hay días especiales, días en los que me ve llorar, donde su entrecejo se frunce y sus lindas facciones de porcelana se arruinan. Yo me acerco a ella en busca de consuelo y se inclina a mi rostro. No me toca ni murmura una palabra, solo me mira. Me mira llevándome al abismo de su mirada, me mira para transmitirme su vacío.
Y todo se va, yo me vuelvo nada y nadie sabe cuánto eso me encanta.
Ella soy yo, pero mucho más bonita. Es la parte de mi subconsciente que me gustaría ser. Ella nunca puede ser tocada con nada, nunca puede afectarle nada. Porque ya superó ese nivel, ya no puede ser rota porque ahora ella es la definición de la palabra.
Arte, solo puedo definirla como el arte.
Yo sé que le gusta la música, sonríe con las canciones tristes y se enoja con las canciones alegres porque ella es así, reaccionando como jamás esperaras. Me gusta dejar que suaves melodías se filtren entre aquellas cuatro paredes en noches especiales, que pequeñas notas floten en el ambiente y acaricien mi piel justo como su mirada lo hace.
Y sé que no existe en realidad, sé que solo es una creación más de mi mente, pero con ella me encanta conversar.
Se escapa de los lienzos oscuros de mi mente y se filtra a los lienzos colgados en viejos cuadros en la sala de mi casa para ver por si misma mi malestar, aunque no estoy segura si es para consolarme o disfrutar aquello. Pero sé que su hogar no es ahí, su hogar está entre rosas marchitas y pasillos oscuros porque allí se siente a salvo.
Porque ella no es luz, tampoco es oscuridad, ella no es nada.
Es increíble que ella sea yo, la amo, pero no es amor propio. Es solo sentimientos encontrados, es solo una parte de mí que me gusta admirar.
Ella solo se va en los momentos indicados, cuando el amanecer hace presencia en las ventanas que toda la noche nos han observado. Es entonces cuando ella huirá, desapareciendo en la nada y yo debo seguir, contando los segundos para verla una vez más.
IMPORTANTE
PREVIAS PUBLICACIONES:
"Bienvenidos a los jardines en forma de laberintos que conforman mi mente, donde las nubes se suicidan, las rosas están pintadas con sangre y las margaritas coquetean con los monstruos en las esquinas más oscuras mientras canciones de cuna se reproducen por los parlantes, ¿Tienes miedo?"
