La leyenda de Eco y Narciso.

1.1 (1).jpg

La mitología griega tiene historias que describen en forma fabulosa el origen de los elementos de la naturaleza que hoy vemos comúnmente, la narración se caracteriza por ser poética y romántica, tanto así que nos hace soñar con que no sean solo mitos, sino hechos reales. Es sorprendente el hecho que autores antiguos que escribieron sobre cosas simples como una flor y un fenómeno acústico puedan hacer de una historia algo trascendental culturalmente.

El mito de Eco y Narciso es parte de la mitología grecorromana, fue dado a conocer a través del escritor italiano Ovidio en el año 43 A.C. En su libro la Metamorfosis, el cual es un recopilatorio de mitos donde se resalta la transformación drástica de sus personajes en historias heroicas. El relato de Narciso es uno de los más conocidos por su relación con el concepto que hoy conocemos como narcisismo, un trastorno de la personalidad donde una persona sobrestima sus cualidades y las considera superiores al resto de su entorno, está relacionado con la vanidad, la autoestima y el egoísmo. Los invito a encontrar estas características en la siguiente narración.

La leyenda de Eco y Narciso.

Las oréades son ninfas de las montañas protectoras de las cuevas; las musas son diosas encargadas de transmitir inspiración y talento. Eco era una oréade del monte Helicón que fue educada por las musas y por parte de ellas recibió un don especial, tenia la voz más encantadora del mundo, su dulzura era tal que las palabras salidas de su boca sonaban como versos de amor.

La diosa Hera decide ir al monte Helicón para descubrir la infidelidad de su esposo el dios Zeus con una ninfa, al darse cuenta que Eco sabía de este engaño le quitó el don de la voz y la maldijo haciéndola repetir las últimas palabras que oyera. Eco escapó del monte sagrado y subió a las montañas donde no necesitaría de su voz, solo podía repetir el canto de los pájaros, los crujidos de las ramas doblegadas por el viento y los sonidos del agua corriendo por el río. Permaneció oculta en los bosques,, incluso de los ojos de los dioses.

Narciso era hijo de una ninfa y del dios del río, su belleza era comparable solo con la de los dioses pero era un mortal, el más apuesto de todos, su rostro y cuerpo eran perfectos como si hubiera sido esculpido por los dioses del Olimpo, todas las jóvenes le pretendían pero él no podía amar a nadie más que a sí mismo, estaba sorprendido de su propia belleza porque en el mundo no había conocido a alguien como él, le gustaba estar solo consigo mismo porque no había mejor compañía, en su corazón no había pasión para nadie más que él.

Un día vagando solo por el bosque se topó con Eco, ella se quedó mirándolo cautivada por la imagen del joven más hermoso que sus ojos habían visto, a partir de ese momento se enamoró de Narciso, él le habló y le preguntó – ¿Quién eres tú? Ella respondió – Tú. Varias veces le hizo esa pregunta y su repuesta fue la misma, Narciso al no comprender a Eco se mofó y ella huyó corriendo del lugar, incapaz de pronunciar una palabra propia.

Narciso encontró las aguas tranquilas de un río y decidió mirar el reflejo de su rostro en la superficie, de esta forma permaneció por varios días, sin comer ni beber, solo contemplado la perfección de su rostro. Eco oculta detrás de un árbol lo miraba, solo de esta forma podría ver el rostro del amor. Narciso pensó que no era su cara la que veía, debía ser una ninfa del río, así que preguntó en voz alta – ¿Eres tú? ¿O soy yo? Entonces escuchó una voz mágica decir – ¡Yo! Narciso insistió – ¿Estás aquí?– ¡Aquí! Dijo la voz. – Te amo. Dijo Narciso, ¡Amo! respondió la voz. El joven no podía contener su emoción y gritó. – Te necesito, ¡ven! Entonces Oyó. – ¡Ven! Narciso se lanzó al agua con los brazos abiertos para abrazar a su reflejo y se ahogó.


Eco se deshizo en llanto por haberle causado la muerte a su amado, sin poder soportar la desdicha subió a lo alto de las montañas, se adentró una cueva y se consumió en la tristeza hasta morir, en el mundo solo quedó su voz que puede oírse en lugares solitarios como una reflexión del sonido que repite palabras ajenas, las mismas transmiten soledad y vacío, como los sentimientos que hicieron morir a Eco en la más profunda desolación.

El dios del río, padre de Narciso hizo nacer en el lugar su fallecimiento una flor amarilla distinta a las demás, de gran belleza que crece solitaria y sus pétalos tienen una fragancia narcótica. Se dice que la tragedia de Narciso no terminó con su muerte y que se encuentra en el inframundo contemplando un reflejo frío e inexpresivo y llorando por el amor no correspondido de un rostro perfecto.

Esta fue mi narración de este popular relato de la mitología griega, del cual sabemos en la actualidad por su relación con el concepto de narcisismo que hoy conocemos.

2.1 (2).jpg

"El egoísmo no es el amor propio, sino una pasión desordenada por uno mismo." Aristóteles.

H2
H3
H4
3 columns
2 columns
1 column
Join the conversation now
Logo
Center