Si alguien alguna vez se preguntó: ¿el poder para qué?, un pensador se había hecho la misma pregunta y su respuesta fue: el poderes para ganarlo, el poder es para mantenerlo, para demostrarlo; el poder es para ¡poder! Ese personaje se llamó Nicolás de Maquiavelo y aunque su nombre se ha demonizado, hace parte de los grandes personajes del Renacimiento.
El más descarnado, el más intenso y claro de todos los pensadores políticos del Renacimiento, fue precisamente Maquiavelo; A quien vale la pena escuchar por encima del tiempo y la distancia.
Maquiavelo aconsejaba a los gobernantes que conservaran el poder sin importar el cómo. Al fin y al cabo Maquiavelo pensaba que el fin justifica los medios.
Y sobre cómo tratar a los amigos o a los que no lo son, decía: "A los hombres se les ha de mimar o aplastar, no hay otra alternativa"
Y sobre las venganzas, recomendaba que fueran de tal fuerza, que el agredido no pudiera nunca reaccionar, para que el gobernarte no tuviera que temer nunca una respuesta de su víctima.
Sobre las injusticias que cometen los gobernantes contra su pueblo, afirmaba que las injusticias deben hacerse todas de golpe, para amedrentar y para que los que no han sido afectados, agradezcan su buena suerte.
Y en cuanto a los favores, recomendaba que éstos fueran hechos poco a poco, con el objetivo de que fueran mejor apreciados. "Los hombres, cuando reciben el bien de quien esperaban el mal, se sienten eternamente agradecidos".
Y sobre las promesas, sugiere que un gobernante sabio y prudente, no debe guardar fidelidad a su palabra.
Y en cuanto a las "virtudes del gobernante", Maquiavelo dice: "Hay virtudes que son perjudiciales. El buen gobernante debe parecer bondadoso, real, humano, íntegro, honesto, pero de ninguna manera debe serlo"
Ese era Nicolás de Maquiavelo. Gran pensador, claro, descarnado. Nunca nadie antes, cómo él, había revelado las claves ocultas del poder de unos seres humanos sobre otros. Y estaba naciendo un día como hoy 03 de Mayo de 1469.
Sí, estaba naciendo un día como hoy para gloria de todos los gobernantes y para pesar de todos los gobernados.