El secretismo que hay alrededor de la mesa de negociación en Barbados entre los representantes del régimen Venezolano y los acólitos de una parte de la oposición del país, parece tener un nuevo capítulo inminente esta semana; sin que nadie sepa a ciencia cierta, en que momento exacto se reanudarán los diálogos facilitados por el gobierno de Noruega, quien sirve de árbitro entre las partes.
Especialistas entrevistados esta mañana por la televisión local, concordaban que la posibilidad de un diálogo abierto alejaría la oportunidad de llegar acuerdos, vista la extrema posición de los radicales en ambos lados del espectro; pero lo cierto es, que también criticaban la poca información sobre los avances específicos de los cónclaves.
"Nubes y esperanza" imagen tomada con cámara Panasonic DMC-S1
en Caribbean Palm Village Resort, Oranjestad, Aruba por @fermionico
¿Contaminar el diálogo?
Digamos que para los conocedores del estilo de guía en mediaciones del gobierno noruego, el ya tan cacareado "secretismo" es necesario, para evitar contaminar los avances en las negociaciones. El asunto es que bautizar la acción de mantener discreción en las rondas como "secretismo", introduce por sí mismo un factor de desconfianza entre aquellos que no son llamados a participar.
Mientras, una sociedad entera espera por resultados concretos para el pase de página político y enrumbar al país a una dinámica de recuperación, dura y necesaria, pero que urge comenzar porque la mengua económica se estira y se cierne el pesimismo sobre la nación.
Ceder o no ceder
El asunto es que al meter el factor internacional en el camino, ha provocado "ruido" en ambos bandos: Un país con una crisis tan delicada siendo anfitrión del Foro de Sao Paulo, un evento que los entendidos declaran costó US$ 200 millones a Venezuela, con un propósito que todo el mundo sabe a "sottovoce"; por un lado y por el otro, el vecino del norte invadiendo el espacio aéreo de una patria que dice querer ayudar; pues, digamos, pareciera que derecha e izquierda lo menos que desean es un acuerdo.
Y lo necesitamos, vaya que sí. Venezuela podría estar llegando al borde de un precipicio y -lo más jodido de todo- es que hay gente empujando al país por el desfiladero, sin darse cuenta de las consecuencias nefastas no sólo para la república, sino para toda latinoamérica.
Ojalá que en Barbados salga el sol y los nubarrones se aparten...
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