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No sé si lo habrás notado, pero desde hace un mes y algo escribo para el semanario satírico “El Mosquete”, que es a mi entender, una gran idea impulsada por @mosqueteros y @comedyopenmic para aportar algo distinto, ajeno al contenido tradicional que inunda la plataforma.


Fuente - Arboles obviamente, al final del articulo entenderás por qué les hago un pequeño homenaje a estas victimas inocentes.


Seguramente, habrás leído más de un artículo satírico similar a los que escribo para “El Mosquete”, en EEUU existe “The Onion”, en España “El Mundo Today” y muchísimos otros que me aburre mencionar. Todos tienen en común que de vez en cuando levantan polémica porque no temen ofender.

La premisa del formato, tal como la entiendo, es tomar un hecho actual, una noticia o una posibilidad y jugar con ella hasta el absurdo, de tal manera que pueda pasar por cierta, resaltando así los disparates de la sociedad, las instituciones, la política y la gente. Es sátira. Es humor afilado y nadie debe estar a salvo.

La RAE define sátira así:

1. f. Composición en verso o prosa cuyo objeto es censurar o ridiculizar a alguien o algo.
2. f. Discurso o dicho agudo, picante y mordaz, dirigido a censurar o ridiculizar.

Obviamente, la sátira me gusta. Mejor dicho, me encanta, me divierte en extremo. Y no lo voy a negar, cuando escribo estos artículos siento que brotan pequeños cuernos en la parte superior de mi frente (siendo soltero) y disfruto pensando en la mejor manera de encender al mundo en llamas.

Soy “malo”. Y si uso comillas es porque mi maldad es relativa. Como bien dice la definición de la RAE la sátira tiene como objetivo censurar o ridiculizar a alguien o algo. Y ahí está el detalle. Censurar.

He atacado en estos artículos a Maradona, a varios gobiernos latinoamericanos, a Serena Williams, a la Iglesia Católica Apostólica Romana, a Steemit.inc y ayer, a Paolo Coelho junto con los premios Nobel. Y si me dejan, lo seguiré haciendo.

Quizás habrás notado que nuestro pequeño y triste mundo postmoderno es sumamente hipócrita. Existe una lamentable tendencia a relativizar absolutamente todo, distorsionar la realidad de tal manera que no es posible discernir qué es y que no es; que es bueno y que es malo, que es verdad y que es mentira.

Esta hipocresía se justifica muchísimas veces en la premisa del respeto a los derechos de los demás. Si una idea ofende a alguien, inmediatamente su emisor es atacado independientemente de si la idea es cierta o falsa, si tiene verdad en ella o es un total disparate. No existen argumentos, solo linchamientos. Y sospecho que pronto podrían empezar.

Las ideas, en esta época de postverdad, han pasado al segundo plano. En nuestro afán de no ofender y respetar al resto olvidamos que toda idea o pensamiento puede ser ofensivo para alguien en algún lugar. Suavizamos, relativizamos, callamos nuestra manera de pensar para evitar la polémica, para no ofender. Pero todo es susceptible a ofender a alguien si no está de acuerdo. Está mal callar o distorsionar las ideas porque del debate de ellas, sin eufemismos, nace el conocimiento.

Imagina, ¿qué seríamos hoy en día si Copérnico hubiera callado por temor a la Iglesia?, ¿y si Freud hubiera sido timorato? o ¿qué habría pasado si Einstein se hubiera guardado su teoría porque descartaba las ideas de sabios anteriores?

Lo reconozco, soy un poco arrogante, pero la arrogancia no es mala per se. La RAE (de nuevo, que ladilla con tus palabritas) la define como:

1. adj. Altanero, soberbio.
2. adj. Valiente, alentado, brioso.
3. adj. Gallardo, airoso.

Como ves, la arrogancia implica valentía, bríos, ganas de prevalecer. Para tener ideas y defenderlas se debe tener cierto nivel de arrogancia, erguirse y levantar la cara lo exige. Cuando se defienden ideas, uno debe estar convencido en que se está en lo correcto, tener la confianza y valentía para sostener su opinión.

Pero más que arrogante, me creo libre y coherente con mis principios. Y en este mundo de relatividad, del no me ofendas, del eufemismo para suavizar las realidades, el individuo que tiene ideas y las expresa es visto como un incordio. Cuando alguien expresa cualquier idea y la defiende, está casi garantizado que alguien se ofenda y pregunte indignado; ¿Quién eres tú para ofenderme?

A mi juicio, no es esa la pregunta que se debe hacer, la pregunta que cada quién se debería hacer cuando se siente ofendido es: ¿Por qué esto me ofende?

La ofensa, en cierto modo, nace del desacuerdo con la idea expresada y a mayor desacuerdo, mayor es la ofensa reportada. Pero hablamos de ideas y no de personas. No te conozco, ni tú a mí. Quizá, si nos sentáramos en una mesa a echar chistes y tomar café disfrutaríamos de la mutua compañía o discutiríamos por horas, no lo sé.

Lo que sí sé, es que no soy infalible. No sé si mis ideas son correctas o erradas pero estoy abierto a discutirlas, a defenderlas, a escuchar argumentos y a expresar los míos; y de ahí, de esa discusión, es de donde sale el verdadero conocimiento.

Las ideas producen más ideas, la discusión de los argumentos son los que permiten descartar algunos y mantener otros, es ahí, en la batalla de las ideas donde han nacido todas y cada una de las razones que nos han hecho avanzar.

Para finalizar este interminable artículo, te invito a pensar muy bien la razón por la que te sientes ofendido cuando te sientas ofendido antes de reaccionar y atacar al emisor de la idea. Espero que asumas que todas las ideas son discutibles, debatibles, descartables y mejorables pero para poder hacerlo, se debe debatir sobre ellas de manera racional, con argumentos y sin falacias, entendiendo que tienes derecho a expresar tu opinión, así como el resto a expresar la suya.

Pero quizá hoy en dia es más importante entender que tal cosa como el derecho a NO sentirse ofendido NO existe.

Por último, expresaré respetuosamente otra idea que mantendré y defenderé hasta que me demuestren lo contrario:

¡COELHO es culpable de la muerte de infinidad de arboles inocentes además de un pésimo escritor!



Publicado desde mi blog con SteemPress : http://jcalero.vornix.blog/2018/10/05/reto-diario-1-75-powered-by-jcalero-dia-21-satira-arboles-derechos-bla-bla-bla/

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