Helena Merodea

Este es mi onceavo día publicando a diario. No es sencillo, al menos no si crees como yo que todo lo que publicas debe ser digno de leerse. Ayer, publiqué un cuento corto basado en un concepto que se me ocurrió, "un perro cojo con la cola rota". Ya hablé de por qué ese tipo de relatos se me hacen más sencillos y me parecen estimulantes ejercicios creativos.

Entonces, en vista de que la idea funcionó bastante bien y sigo con pocas ideas, le pedí a una persona que me diera 5 palabras aleatorias para, en base a ellas y siguiendo ese orden, escribir otro relato. Estas fueron las palabras:

Junquito Madera Pinza Plancha Jadear

Y este es el resultado, espero lo disfrutes:


Fuente

Helena merodea

En una casa del Junquito sobre el gran mesón de madera añeja puso el montón de ropa seca. Volvió sobre sus pasos, mirando atentamente alrededor, escudriñó el piso buscando la pinza. Conté 19, ¿dónde estará?, ¿habrá caído al piso?, ¿se habrá quedado en el tendedero?, se pregunta una y otra vez mientras distraída, su lengua juega con la plancha.

Sale al patio, enfoca sus ojos encandilados por el brillante sol. Recorre con su mirada los alambres oxidados antes llenos de ropa al sol. No, no está. Vuelve a la casa.

Desanda sus pasos, mirando todas las mesas y repisas buscando la bendita pinza. Helena avanza despacio, metódica por sus años en su búsqueda. Sale al jardín, corta una rosa, mira las orquídeas, sonríe al ver que una pronto floreará. Toma la manguera y riega las matas.

Vuelve a la casa, entra en la cocina, ya es media mañana. Toma un perolito, lo llena de agua, pone dentro la rosa y el perol sobre la mesa. Se sienta a escoger las caraotas, busca la olla, la llena de agua y pone dentro las caraotas junto a una cucharita de bicarbonato. Se asoma en la ventana y ve pasar al gato desgraciado de la vecina, que tiene la mala costumbre de cagarse en el rosal.

Vuelve a la sala, mira el montón de ropa sobre la mesa. Recuerda la pinza. Sale al patio a buscar el gancho de ropa. Juega con la plancha, se asoma a ver el rosal. Escucha la olla de presión, vuelve a la cocina.

Baja la llama, pica los aliños, los sofríe. Los agrega a la olla, prueba las caraotas, aún están duras. Les falta sal. Vuelve a la sala, mira el ropero sobre la mesa. ¿Qué estaba buscando yo?, ¿por qué monté tantas caraotas?

Va a la habitación, saca el álbum, lo lleva a la sala, se sienta a la mesa. Aparta la ropa, encuentra la pinza bajo la mesa.

Mira el reloj, sale a la puerta. Recuerda a la nieta, la soledad la aprieta. La recuerda tan joven, tan bella. La recuerda jugar en el patio, cantar en el rosal. Se asoma en la ventana, ve a su silueta cuidar las rosas, corretear al sucio gato, recoger con una mueca de asco la mierda.

Camina hasta el patio, los alambres de colgar ropa también la recuerdan. Vuelve a la cocina, prueba las caraotas. Se sirve un plato, come lento, sin apetito.

Vuelve a la sala, mira las fotos. Una lágrima cae, se arrepiente de la vez que la escuchó jadear en el cuarto y le lanzó la chancleta. Ahora, vieja y sola piensa:

Helena, pendeja, ¿Qué importa ahora si te decían alcahueta?




Por cierto, este cuento corresponde a mi "no tan buena idea" Reto Diario 1.75%® powered by @jcalero Día 11.
Si te pareció interesante este cuento y quieres ayudarme a seguir publicando a diario, ¿Por qué no me sugieres algunas palabras, una imagen o una idea para escribir otro cuento?



Publicado desde mi blog con SteemPress : http://jcalero.vornix.blog/2018/09/21/helena-merodea/

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