Hola a todos desde Venezuela, con Esperanza

21272394_10155563433861067_2588699746031003291_n.jpg Mi nombre es Constanza, y este es mi primer post, espero que disfruten tanto leyéndolo como yo disfruto escribiendolo. Me siento muy feliz de encontrar un lugar donde contar un poco cómo es la vida en mi país, porque sé que hay una gran curiosidad acerca de cómo es vivir en un país conflictivo, quebrado, corrupto, con hiperinflación, un gobierno indolente, y una inseguridad desatada.
Soy una periodista de 31 años nacida en Caracas pero adoptada por San Cristóbal, ciudad andina a 35 kilómetros de la frontera con Colombia, cuna de las manifestaciones más sonadas en las que sus ciudadanos han ejercido su Derecho a la Libre Protesta, y de innumerables cultores y presidentes.
Soy amante de la naturaleza exacerbada que tiene Venezuela, sobre todo de sus playas, en las que me siento como en casa. Me crié en una finca en el páramo tachirense, donde viví 17 años con mis padres, soy hija única y no tengo hermanos, así que tuve una infancia rodeada de ovejas, caballos, moras, fresas, papas y flores, hasta que mis padres decidieron cambiar el enfoque, y crear una posada.
Siendo un sitio hermoso, y teniendo mi madre un afán de perfeccionismo y constante mejora, la posada ha sido un éxito que incluso hoy día se mantiene a pesar de la crisis que rodea al sector turístico (y a todos, pero ese es otro tema), si quieren verla busquen en Instagram @posadalahuerfana ;)
Vivir en un país que está en el ocaso de su tiempo, hace que vivir de manera satisfactoria sea complicado y exige de nosotros, los ciudadanos, el uso de herramientas que ayuden a mantener la salud mental. Soy una prueba viviente de ello.
Siempre busco fijarme en las cosas buenas que rodean mi vida, y de cada cosa negativa busco la razón o la enseñanza detrás de esto. No sé si vivir así sea engañarme, pero cada vez que abro la nevera agradezco por tener lentejas, agua, una papa rancia y un trozo de queso, porque esa es mi abundancia del día. Cada vez que enciendo mi moto (a la que adoro con un amor adolescente, un RKV anaranjado que se llama Alex), agradezco por tener como moverme en un país donde el transporte público es casi un mito.
En los últimos tiempos ésto ha sido más difícil que antes, no sólo porque la situación de mi país empora a ojos vista, sino porque mi papá, el mejor del mundo, la fortaleza y la sabiduría hechas carne, tiene cáncer.
Un carcinoma de células pequeñas de pulmón está alojado en su cuerpo, esparciendo su porquería, alimentándose de la vida de mi papá. No es la primera vez que pasamos por esto, papá ha tenido 6 tipos de cáncer a lo largo de su vida, en el 92 linfoma de hodgkin, 2010 linfoma no hodgkin, 2014 linfoma, 2016 carcinoma de piel, 2017 melanoma, 2018 este demonio.
Luchar contra esto en un país donde no puedes comprar en cualquier farmacia los medicamentos para las enfermedades más sencillas exige un grado adicional de fortaleza e ingenio para no desfallecer y quedarte llorando en un rincón.
Quizá compartiendo mi experiencia de vida, otras personas que me lean y se encuentren en situaciones similares, encuentren consuelo, ideas, compañía, un poco de confianza en el futuro, o por lo menos una sonrisa ocasional. Sé que escribiendo, yo encuentro desahogo.
Gracias por llegar hasta acá, seguiré escribiendo y contando mis experiencias, siempre co0n un toque de sonrisa, de esperanza y liviandad. Espero que les haya gustado, espero sus comentarios

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