El viaje de Chijiro: Huye antes que llegue la noche (parte 1)

Estaba envuelta en mis propios pensamientos, si, en esos donde por el simple hecho de mudarte piensas en que todo irá mal, de que nada será igual que antes, que tus amigos te olvidaran y te cambiaran por otras personas que hasta la comida sabrá asqueroso, el agua será verde y nunca encontraras al chico que te gusta. Si, aunque te rías esos eran mis pensamientos a esa edad, simples y quisquillosos ahora que lo pienso fui muy egoísta al pensar solo en mí, no pensaba como se sentirían mis padres y si ese lugar donde nos mudaríamos seria lo que de verdad estaba buscando y no lo sabía. Mis padres notaron mi cambio de humor claro era obvio no? Para una niña pequeña como yo el irse de su casa donde había crecido para un lugar nuevo no era el mejor plan o eso creía yo, Mi padre cogió un atajo de esos raros que te llevan a lugares incluso más mágicos que el de los cuentos de hadas solo que en éste hay que cuidarse de las hadas.

Lo que no sabíamos en ese entonces era que antes de entrar en ese misterioso bosque había un "Tori" que para los japoneses significa el comienzo de un espacio sagrado, en ese momento mi ignorancia me consumía día tras día, las costumbres y tradiciones japonesas no eran de mi interés, por lo que sabía muy poco de mis raíces y de mis ancestros; A medida que nos íbamos adentrando en el bosque, veíamos más objetos sagrados, los arboles iban creciendo y se iban volviendo más oscuros; La velocidad con la que el carro iba era tan rápida que no me dejaba admirar la belleza de ese sombrío, oscuro pero a la vez cálido y bello bosque, de una manera brusca mi padre piso el freno con toda su fuerza ya que de la nada había salido una estatua de Jizō ellos son deidades que protegen a los más pequeños y débiles, a menudo llevan gorros rojos tejidos y tienen diferentes expresiones, Estos que estaban en el bosque eran diferentes, por alguna razón todos sonreían. . . . y ahora entiendo el por qué, atrás de ella se encontraba un gran túnel, que por su magno esplendor oscuro la curiosidad de nuestro ser nos llamaba a que nos adentrarnos a tan extraño lugar.

Al final de éste dimos con un pueblo abandonado pero no de hace siglos si no de hace pocos días, mis padres encontraron un puesto donde había bastante comida pero no habían ni clientes ni alguien que nos atendieran y era bastante extraño puesto nadie dejaría una comida caliente en un pueblo abandonado, verdad? yo fui a recorrer el pueblo a ver si había algo más interesante que quitara mi cara de empatía estaba cansada, quería irme ya a casa pero mis padres no paraban de comer esos extraños y deliciosos platillos, así que me adentre en ese pueblo misterioso que no dejaba de gritar mi curiosidad interna por conocer más de él, me encontré con algo que llamo mi atención y era una sauna tan grande y majestuosa con sus ríos y vapor envolvente pensé que era raro que estuviera funcionando puesto que no había visto a nadie por los alrededores.

Me acerque al puente que conectaba al pueblo y a esa sauna, creo que ese puente es el que unía el mundo de los espíritus con el mortal ya que cuando iba con mi madre a los grandes templos a rezar, ese camino adornado por flores de cerezo era diferente en cada paso que debía dar, me asome muy velozmente a mirar un tren pasar y cuando voltee sin pestañear me encontré a un chico sin igual, alguien cuyos ojos eran profundos y claros como el agua, pero no cualquier insípida, incolora y abundante agua, era un río sereno y calmado aunque un poco melancólico sin peces de colores que le dieran vida, así eran sus ojos y no sé qué vio el en los míos que por unos segundos nos quedamos sin decir nada, mirándonos callados y asombrados no sé de qué, solo sé que me miraba.

El me reclamo que era peligroso estar ahí, tenía que irme antes del anochecer y dijo que los iba a distraer, no se de quien estaba hablando, pero corrí tan rápido como pude para encontrar a mis padres, de repente, se hizo de noche y como lo frío se transforma en tempestad todo cambio, comenzaron a salir youkai o como los occidentales lo llaman demonios, de esos que si los miras a los ojos te quitan el alma o te devoran el corazón ya que tienen sed de sentimientos puros e inocentes como los míos de ese entonces.

Me quedaba sin aliento y mis pies tan frágiles y débiles, no daban más hasta que vi a mis padres, mi corazón dio un salto pero no de alegría en mi mente se repetían las palabras de aquel chico de ojos claros. . .

Mis gritos y mi desespero no separaban a mis padres de la comida, los había consumido la gula, un pecado tan mortal como letal y eso se pagaba en ese mundo, en un momento, mis padres se había convertido en otra cosa o más bien en otro ser, eran cerdos, si, esos que son los favoritos para los desayunos americanos; El miedo y el terror lleno cada fibra de mi cabello y recorrió cada poro de mi piel como un tsunami imparable como aquel del dos mil once, mi voz quebradiza llamaba con su último aliento a mis padres, quería encontrarlos, pero ya era tarde ese mundo se los había tragado.