Pensamientos del cuerpo estelar.


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Fotografía Luna Poetisa.



La filosofía de la humanidad está nutrida de múltiples culturas en donde se asocian memorias pasadas que habitan en el cuerpo. Encontramos en la potencialidad del cuerpo un espacio trascendental generado siempre por las prácticas de aquellas filosofías que utiliza la palabra como acción primordial como hecho vivo que es explorado minuciosamente y en ellas incorporamos espacios reflexivos en donde la respuesta siempre ha de ser cambiante si decidimos transitar humanamente la diversidad del mundo. Nuestro primer mundo: -nuestro cuerpo- capaz de sumergirse en nuestra pasiones siendo fiel a la constancia de nuestras propias curiosidades allí siempre encontramos espacio nuevos en los que nos hallamos desconocidos ¿para qué? ¿para quienes? ¿para quién? Aportamos al mundo tanto como aportamos a nosotras mismas disponiéndonos de encuentros cercanos con nuestra insistencia en transformarnos. Cada expresión aquí -en la superficie terrestre- nos coloca en una especie de consciencia que está dispuesta a ser escuchada ¿estamos dispuestas a escucharnos? Tarea filosófica del hacer es lo que proponemos para componer espacios donde el silencio hable por si solo en nosotros dándonos tiempo de discernir de algunas preposiciones sociales en las que eventualmente -o drásticamente- no congenian con nuestras coherencias más humanas.



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Fotografía Luna Poetisa.



Nuestras miradas están permeadas del pensamiento profundo de nuestros sentires y ¿si no piensa lo que se siente que piensa? Pensar se ha hecho un privilegio del tiempo como es un privilegio la escucha para quienes asumen en su juicio: la violencia, el desesperación, la incoherencia, la incomprensión, la impaciencia, la urgencia impulsiva, el desequilibrio, la injusticia, el poder, el apego. La historia de la humanidad está supurando por la herida de la tierra en esto el espacio de la memoria abre puertas para componer un nuevo cuerpo ante el desplome de las sociedades modernas ideadas para la estructura fija de la producción masiva sin conexión con las propiedades vitales de la tierra como las únicas instancias en donde el ser humano comprende y realiza la vida. Extiendo una mirada hacia mi práctica de yoga para enlazar el modelado constante de nuestro pensamiento donde la respiración profunda conecta con el espacio del ser propiamente dicho como lo que anima nuestra propia vasija: el cuerpo.

Nuestro desahogo radica en el sabernos, conocernos, vernos dentro de espacios-tiempos sincrónicos para evidenciar la historia de nuestra cultural siendo maleable y enriquecida pero ¿donde habita el espacio que contrasta la memoria universal de la humanidad? Nuestro espacios de pensamiento acuden a evidencias que frente al control de nuestro cuerpo se encuentran distantes de nuestra propia memoria psíquica. Admitimos que el cuerpo es capaz de identificar nuevas adversidades sin embargo ¿acudimos siempre a su espacio? Encontramos capacidades que hacen posible una versión distinta de nosotros posibilitando experiencias vitales para compartir entre comunes esto atiende nuevamente a la posibilidad del ritual como nexo inmediato hacia la presencia del acontecimiento entre comunes uniendo vitalidades que en presencia corpórea son de manera indispensable compartidas en espacios-tiempos concretos.



Fotografía Luna Poetisa.



Cada territorio en nuestro cuerpo está construido de espacios flexibles y ocurre lo mismo con la mente y la razón del espíritu encontrando siempre infinidades de salidas y encuentros hacia lo que en nosotros puede ser extraño pero que ha vivido dormido por la conveniencia social. Hoy en el mundo se debate la salud dentro de la poca educación sensible que se incorpora en el cuerpo desde la educación inicial. La posibilidad de encontrar en el cuerpo memorias cercanas a las culturas de la humanidad está próxima cuando se acepta el "no saber" no saber como pensamiento que posibilita encuentros cercanos con aquello que a causa de curiosidad decidimos realizar. He aquí un encuentro cercano con una de las filosofías milenarias de la humanidad, el yoga, como espacio de unión y brinco hacia el vacío de nuestros pensamientos que en muchos casos intervienen en la realización de nuestro ser. Compartimos espacios en donde la razón lógica que nos fue enseñada por la filosofía occidental se desvanece ante una mirada nueva que admite un propósito distinto a la producción continua de pensamiento vacuo.



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Fotografía Luna Poetisa.



El fuego dio inicio a la luz ante nuestros propios ojos removiendo espacios para ser transmutados por él -por el fuego- siempre cercanos a las alineaciones presentidas por la intuición del cuerpo en el inconsciente colectivo ideando permanencias de tiempo en donde encontramos posibilidades cercanas de involucrarnos de manera distinta con el cuerpo, con la tierra y entre nosotros los comunes. Compartiendo de manera reversible cualquier idea poco benevolente en donde el dolor está en presencia gracias a la naturalización de la violencia ya aceptada y colocada incluso como herramienta de comunicación siendo esta una inconsistente manera de relacionarnos como seres vivos, terrestres e incluso estelares. La composición de nuestro andar esta inmersa en el profundo sentido colectivo de nuestras nuevas maneras de expresar y sentir la relación de nuestro cuerpo hacia el mundo cargados de causas y efectos posibilitamos invenciones desde la idea de permanecer ancladas a la vida como recipiente esencial para la existencia sabiéndonos polvo de estrellas evocamos espacios de tiempo infinitos donde reconocemos experiencias culturales que hacen resonancia en nosotros y son guiados por ecos que transcienden permanencia en nuestro propio viaje astral consciente. Agradecemos la unión de nuestras culturas humanas en donde reside la humanidad que hoy añoramos y la resolución continua consciencia hacia la tierra, con la tierra, y en la tierra.



Otorguemos al cuerpo el espacio estelar
Cabalgemos el caballo sin creerlo culpable
Evoquemos la inteligencia de los corazones
Razonemos siempre sintiendo primero,
pensando, actuando en coherencia
Involucremos la mente como pájaro infinito
Dejemos atrás la maleza de nuestra existencia

Otorguemos al cuerpo el espacio estelar
Sumergirnos profundo en la razón desconocida
Procuremos amar en el tiempo infinito
Abracemos la tierra tanto como nos alimenta
Anunciemos alegría en nuestros corazones
Veamos la infamia sin miedo ni culpa


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Fotografía Luna Poetisa.

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