S.O.S perros callejeros en Venezuela

Cada vez que veo un perro o gato en la calle quiero tener una casa con un patio grandísimo para poder cuidarlos.
Aquél día hice todas mis diligencias pendientes en Caracas.
Cuando me regresaba en el metro me conseguí un perro. Este se encontraba pasando los torniquetes para ingresar el sistema. Durante un instante pensé en regresarlo a la calle para que no le ocurriera ningún accidente sin embargo, terminé ignorándolo.
Mientras esperaba el tren, vi que en la plataforma de espera del lado contrario estaba el pequinés negro moviendo enérgicamente su colita. Estaba feliz y olía los zapatos de los pasajeros.
Algunas de las personas lo ignoraban, otros lo miraban con desdén y lo asustaban para alejarlo.
Imágenes trágicas pasaban por mi mente. Desde que presencie dos arrollamientos de animales cerca de mi casa, mi cabeza se convierte en una fábrica de situaciones fatales cada vez que observo a un perro o gato cerca de cualquier aparato con ruedas y metal.
Se podrán imaginar la sensación de estar parada frente a un cachorro tierno en una estación de tren, claro que bajo el contexto que les narro.
Yo quería que mi tren llegara antes que el del lado contrario para dejar de observar, sentía que el suspenso se atoraba en mi garganta en un grado cinco de diez.
Las personas del otro lado embarcaron primero y al irse el metro vi al perro caminando con brinquitos hacia la escalera que se dirige a los túneles.
Nadie hizo nada y mi tren llegó. Una mezcla de culpa y alivio se mezcló en mi estómago.
Me tranquilizó no saber más del animal y al mismo tiempo pensaba en posibles soluciones para semejante situación.
Ojalá se tratara de un perro con una super inteligencia que esperaba a su dueño y no de uno que estaba abandonado buscando infructuosamente comida.
Realmente no sé a cuantas personas les ocurre esto en la calle.
Lo que sí sé y afirmo es lo siguiente:
Los animales no tienen intenciones escondidas cuando hacen las cosas, son honestos porque siguen su instinto.
Te agradecen de corazón cuando los ayudas y alimentas.
Te acompañaran de por vida si tú les abres las puertas de la casa.

En Venezuela debido a la hiperinflación y las migraciones muchas personas dejan en la calle a los peluditos. Es triste ver gatos y perros que alguna vez estuvieron en una familia y que no saben cómo defenderse o alimentarse en la calle.
Los animales, (sobre todos los perros) tienen el coeficiente intelectual de un niño de tres años.
Si manejas y ves un perro o un gato cruzar la calle imagina que se trata de tú hijo, tú nieto o tú sobrino.
Si estás en Venezuela y no puedes alimentar a tú mascota, llévalo a un refugio o a alguna fundación. Siempre existe una salida.
Si te vas del país asesórate con alguien para que saques los papeles necesarios.

No al abandono, tú mascota es tú familia.

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Un abrazo con olor a moras :)

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Esta imagen es de Valeria, una perrita de la calle que alimentamos cada vez que nos visita.

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