Querido Cupido:
que ya no soy una niña y que tú no eres Papá Noel o los Reyes Magos para escribirte un carta, pero en estas fechas, incluso viendo toda la falsedad e hipocresía que hay a mi alrededor, no he podido evitar volver a levantarme con ese sentimiento tan abstracto y profundo, que es la soledad. Te escribo esta carta porque según me han dicho tienes el poder de unir a dos personas afines sean cual sean sus circunstancias y que consigan llegar a sentir ese sentimientos tan abstracto y profundo, que es el amor. Hay tanta gente que no se atreve a amar por miedo, por desconfianza o que por cosas de la vida no son capaces de encontrarlo por sus propios medios… Como yo.
Te escribo esta carta para que me ayudes a encontrar a esa persona, una persona que no intente disfrazarse para gustarme, que desde un principio sea sincero con lo bueno y con lo malo, y que sea yo quien decida si me gusta o no, que valore los detalles, todos esos pequeños y grandes sacrificios que cuestan tanto pero que hacemos por su bienestar, que sea mío y de nadie más, que no tenga ojos para otras personas y que sea tan transparente que no exista la desconfianza, que sea mi mejor amigo, que me ame cuando estoy bien y sepa comprender cuando estoy mal, que no dude que lo amo aunque no lo diga tan a menudo como él quisiera.
¿Te has dado cuenta Cupido? ¿Que en toda la carta no he mencionado en ningún momento lo que podría querer la otra persona? Quizás es la razón por la que sigo sola, por lo que hay tantos enamorados que no están juntos y tantas parejas que no están enamoradas, porque en un mundo donde lo que tú sientes siempre es más importante que lo que necesita la otra persona, donde queremos moldearlo en vez de quererlo tal cual y como es, en un mundo de amor cínico y posesivo en el que él es mío, ella es mía, mi, mi, yo… Y no sé, quizás simplemente sea yo la que este equivocada, y en realidad no exista lugar para un NOSOTROS.