Enjambre
Amaneció con una fina llovizna. En la estación recibimos el alerta sobre un accidente en Hornet-LAB y acudimos de inmediato. Una nube de abejas se arremolinaba fuera del edificio de cuatro pisos.
–Enjambre –me corrigió Pedro, el mayor de los bomberos.
–¿Qué? –me sorprendí que pudiera escuchar lo que estaba pensando.
–Que no se llama nube sino enjambre.
–¿Y cómo sabes que pensaba en eso? –repregunté inquieto.
–Lo dijiste en voz alta.
Había que controlar las abejas, así que no le presté atención. El sol hacía un juego extraño con las gotas de lluvia y las abejas revoloteando. El zumbido era desesperante.
El policía a cargo dijo que nadie había entrado o salido del laboratorio y que contactaban a expertos en apicultura.
Recordé que cuando te persiguen abejas te salvas si te zambulles en el agua. Lo vi decenas de veces en películas.
–Recomiendo no atacarlas, sería peligroso –dijo el policía mirándome amenazante.
–¿De qué habla, capitán? –inquirí.
–Lo que está pensando hacer… No lo haga –insistió ahora colocando su mano en el arma.
Me alejé, preparé la manguera y lo apunté a él. Cayó al suelo remojado sin poder levantarse. Las abejas se vinieron a mí y me defendí con el chorro ante una especie de mano gigante que me lanzó a una laguna artificial cercana.
Al salir a la superficie, las abejas volaban hacia el centro de la ciudad y la gente llegaba al laboratorio y lo rodeaba. Una mujer hinchada y usando bata blanca salía a la calle y alzaba los brazos.
Aunque en la rayita, aquí está mi participación para el concurso de @TrenZ de Microrrelatos de Ciencia Ficción (MicroCiFi256).
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