Crónicas de lo cotidiano 114: "El cotidiano arte de la manipulación", por bonzopoe

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Hace un rato tomé un taxi para venir a la universidad. En esta ciudad pequeña en que doy clases los lunes y los martes (Valladolid, México), los taxistas suele tocar el claxon al pasar junto a gente que creen que puede requerir sus servicios, y tal fue mi caso en esta ocasión. El taxista pasó junto a mi, tocó el claxon y desaceleró un poco para poder ver mi reacción por el retrovisor, y al ver que levanté la mano, se estacionó, y espero a que llegara a él para abordar el vehículo.

Hasta aquí, todo bien. Pero el taxista resultó ser el clásico extrovertido platicador que sencillamente no acepta un silencio como respuesta, sino que ve el silencio como un reto, y redobla esfuerzos para hacerte hablar. No tengo nada contra los extrovertidos, pero como buen introvertido, a veces me agota interactuar con ellos.

El taxista, muy amable, me dijo que le daba gusto atenderme, y de ahí se arrancó para hablarme de su filosofía de trabajo. De como trata a todos por igual, de la importancia de ser amable, y de como gusta de alegrarle la vida a todos quienes se suben a su taxi.

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Yo la verdad no soy de platicar, ni con extraños ni con conocidos, de trivialidades, pero por amabilidad le contestaba eventualmente con una que otra frase. Afortunadamente el viaje fue corto, de unos 10 minutos, así que traté de relajarme y darle por su lado para facilitar la situación. El señor no paró de hablar en todo el trayecto. Me habló de su fe en la religión, de su familia, de cuando se quedó sin trabajo, y otras cosas de las que parecería imposible poder hablar en tan solo 10 minutos, paso así fue.

Al final con sus ocurrencias incluso me hizo reír, lo que entonces me dijo que había sido su objetivo desde el principio, lo que la verdad para mi no tenía mucho sentido, pero al parecer para si el si lo tenía. Sin embargo cuando llegamos a mi destino y le pregunté cuando le debía todo dio un giro.

El taxista me cobró un 20% más de la tarifa habitual, pero como ya me había puesto de buenas con sus ocurrencias, o como diría mi madre, "ya me había trabajado", aún sabiendo que estaba abusando con el cobro, le pague sin protestar, cosa rara en mí, que siempre hago coraje con los taxistas abusivos.

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No fue hasta que bajé y vi que el taxi se alejaba, que caí en la cuenta de mi error, y de que el taxista me había manipulado para que no protestara al cobrarme de más. Intencionalmente o no, me cobró las risas que sacó, cuando incluso, de acuerdo a su propio discurso, debió haber hecho todo lo contrario para ser congruente.

Esto me hizo pensar en como todos somo manipuladores, pero también manipulados. Y es algo que muchas veces hacemos sin pensar, y otras con toda la intención del mundo. Nuestra sonrisas, nuestros lenguaje corporal, nuestro tono de voz, nuestra apariencia, todas son arma de manipulación que usamos todo el tiempo con los demás.

Yo por ejemplo, ahora que lo reflexiono, uso la amabilidad como arma de manipulación, y aunque lo hago sin malicia, he aprendido que si soy amable con todo mundo es más probable que me vaya bien. Y he aprendido también que si eres amable con aquellos que por lo general no son tratados así, como los policías por ejemplo, los resultados pueden ser incluso sorprendentes.

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Los niños desde pequeños aprenden a manipular con su llanto y sus berrinches a sus padres. Y las mujeres y los hombres, cuando están en una relación de pareja, tiene también su propio arsenal de armas de manipulación.

Visto así, la manipulación es parte de nuestra vida diaria, y parte de nuestras herramientas sociales, pero cuando se lleva a extremos puede ser un arma poderosa que puede hacer mucho daño. En el ejemplo que les planteé al inicio de este post, la verdad no sé si el taxista me cobró de más a propósito o no (aunque todo apunta a que sí), y si me manipuló con toda intención o si simplemente en realidad es así con todo mundo.

Creo que aunque todos somos manipuladores y manipulados en cierta medida, y vale la pena hacer una introspección al respecto para ver si lo somos dentro de lo que puede considerarse "normal", o si estamos siendo abusados, o estamos abusando de alguien de una manera tóxica o poca sana. Tal vez seamos víctimas de manipulación desde hace tiempo sin darnos cuenta, o seamos unos grandes manipuladores y nunca habíamos reparado en ello.

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Creo también que tenemos que estar más alertas a posibles manipulaciones, tanto de la gente cercana a nosotros, como de extraños. Los vendedores por ejemplo, suelen ser grandes manipuladores, y pueden orillarnos a hacer gastos innecesarios. Y si hablamos de entornos cercanos (incluida la familia), la manipulación, e incluso el chantaje emocional, son más comunes de lo que imaginamos.

La manipulación, en sus diferentes posibilidades, es algo con lo que convivimos todo el tiempo, pero en lo que no reparamos lo suficiente, y tal vez deberíamos hacerlo más para poder tener relaciones más sanas con todos aquellos que nos rodean, pero como suele ser en este tipo de temas, eso implica trabajo de nuestra parte, pero es tema para otro post. Muchas gracias por leerme y hasta la próxima.


©bonzopoe, 2024.

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Si llegaste hasta acá muchas gracias por leer este publicación y dedicarme un momento de tu tiempo. Hasta la próxima y recuerda que se vale dejar comentarios.


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