Un Cuentico para Hive: Andrés, El Sr José y la Biblioteca.


Fuente Pixabay

Andrés estaba en su cuarto pensando qué hacer. Ya había hecho muchos laberintos y, hasta una memoria para jugar con su mamá. Pero, sus ideas para pasarlo bien, se agotaron. Su madre, al notarlo, le pidió que fuera al pueblo a comprar cosas para la cena.

Andrés se enojó, porque, a pesar de estar aburrido, la idea de salir de su casa, no le agradaba. Sin embargo, accedió a ir, porque su mamá insistió.

Él vivía un poco alejado del pueblo y tenía que bordear el bosque. Todos temían ir allá, porque se contaban historias muy misteriosas de ese lugar. Él siempre había querido ir, pero su mamá le prohibió pisar ese lugar. Así que, por ahora, puso su idea en pausa. No obstante, en su mente, preguntaba qué pasaría si algún día, me atreviera ir al bosque.

Pronto olvidó ese pensamiento y recordó la orden de su mamá y comenzó a refunfuñar en voz alta:

-No es justo. Yo no quería ir al mercado.

Ya en el mercado, reparó en que había olvidado la lista que su mamá le había hecho. Ya no sabía si debía comprar un pollo o dos, papas o coliflor

-¡Rayos! –pensó- Mamá me va a matar.

Intentó recordar las palabras de su mamá, pero con toda la gente pasando, sintió que el norte estaba en el este, que en el este estaba el sur y se sitió muy confundido.

Se puso muy nervioso y corrió hacia el bosque sin pensarlo. Cuando se dio cuenta, estaba muy lejos del mercado, la gente y su casa. De pronto, una sensación de vértigo, se apoderó de él y se desmayó. Se quedó dormido por 2 horas.

Al despertar, aún estaba confundido y su situación empeoró más, cuando notó que había despertado en una librería. Escuchó una voz que le dijo:

-¡Vaya, por fin despertaste! Ya me estaba preocupando. Pensé que el golpe en tu cabeza había sido muy fuerte.

Andrés tardó un poco en reaccionar y –preocupado- le pregunta:

-¿Oye, quién eres?

-Yo soy José –contesto rápidamente-

Andrés lo observó y notó que se trataba de un señor regordete, alto, de voz gruesa, piel blanca y agradable. Éste, mientras colocaba algunos libros en un estante, le preguntó intrigado:

-¿Porque te fuiste corriendo al bosque? ¿Te perseguían?

Andrés recordó lo sucedido y le contó que todo pasó muy rápido. Le contó de la petición de su mamá, de la lista olvidada y de los nervios que sintió cuando olvidó todo.

José lo observaba y no podía dejar de mirarlo y sonreír.

-Eres un tonto, chico. Sólo te hubieras devuelto a casa y listo. No hacía falta armar tanto alboroto y ponerse en ese estado.
Andrés lo pensó y comenzó a reír a carcajadas:

-Tienes razón, creo que exageré las cosas. Mi mamá sólo hubiese peleado, pero luego se le pasaría ¡Ja, ja, ja!

Después de reír con gusto, comenzó a observar detalladamente el lugar y no resistió el impulso de preguntarle qué era ese lugar. el Sr. José lo notó y antes de que lo hiciera le dijo:

-Esta es una biblioteca. Era muy joven cuando la comencé. Acumulé muchos libros y, con el tiempo, sentí la necesidad de compartir todo este caudal de conocimientos con otros. Así que me instalé aquí, en el bosque, porque pensé que sería un lugar ideal para venir, leer y tomar café.

-¿Quieres leer un libro?

Andrés tomó un libro. Su título era Un hombre poco Normal. Él leyó un capítulo, pero recordó que tenía que ir a casa y debía comprar las cosas para la cena. Mientras pensaba en eso, notó que la biblioteca se llenó de mucha gente. Unos conversaban entre ellos, otros sólo leían en silencio. Un ambiente muy agradable, pensó.

Buscó a José y le dijo:

-Tengo que irme ¿Puedo llevarme el libro a casa?

José respondió:

-¡Oh no¡ Los libros no salen de este lugar. Debes venir todos los días, si quieres terminarlo. Reglas de la biblioteca.

Andrés lo miró fijamente y aceptó ir cada día hasta que terminara su libro. Después de todo, no tenía mucho que hacer en su casa.

-Está bien, dijo Andrés. Mañana volveré.

Se fue muy contento y pensando en que todas las historias que sus abuelos y vecinos contaban eran mentiras. Pronto, llegó a su casa y emocionado, le contó lo sucedido a su mamá.

Su mamá lo escuchó atentamente. Siempre supo que su hijo tenía mucha imaginación. Cuando terminó, le dijo:

-Eres muy creativo con tus historias, hijo, pero no podrás salvarte de un regaño, sin embargo, como trajiste lo que te pedí, pues no seré tan severa.

-Pero, mamá, es verdad todo lo que te cuento.

Su mamá lo miró y le dijo:

-¡Está bien, está bien... No pasa nada! Vamos a preparar la cena.
Juntos hicieron la cena, arreglaron la mesa y se dispusieron a cenar. Después de comer, se retiraron a dormir.

Andrés no podía entender por qué su mamá no le creía. Se quedó dormido. Despertó muy temprano, ayudó a su mamá y, por la tarde, se fue al bosque. Nuevamente, se encontró con José. Había mucha gente en el lugar. Tomó su libro y leyó todo lo que pudo.

Después de un rato, entró una niña. Era hermosa, tenía su edad. Él la miró y sintió el impulso de hablarle, pero no tenía buena suerte con las chicas.

-¡Adelante, Emily! dijo el Sr José, alegremente. Aquí está tu libro.

José notó el interés de Andrés y le sugirió a la niña que se sentara junto a él. Andrés siguió leyendo en silencio. Emily lo miró y sonriendo, le dice:

-Hola, es raro encontrar aquí a personas de mi edad. Me alegra tenerte aquí. Así podré conversar de cosas de chicos contigo. La señora Margareth es muy agradable y adorable, pero, a veces, me gustaría conversar con personas de mi edad.

Andrés sonrió y le dijo:

-Bien, desde hoy tienes un nuevo amigo.

Así transcurrieron los días y, poco a poco, los chicos se fueron conociendo y conociendo a más personas del lugar. Todo marchaba muy bien. Sin embargo, una pregunta apareció en la mente de Andrés y quiso compartirla con la chica.

-Oye, Emily, alguna vez te has preguntado por qué nadie sabe de esta biblioteca. Digo, es un lugar hermoso, agradable y apacible.

Emily lo miró fijamente y le respondió:

-Sí, lo he pensado. Pienso que los que llegan aquí lo hacen por alguna razón y por eso no todos pueden hallarla. Yo llegué aquí, porque una tarde estaba muy aburrida y encontré este lugar. Aquí conocí a personas maravillosas, amables, sabias y, una forma de pasar un buen rato. Desde entonces vengo aquí cada vez que puedo.
Andrés sólo la escuchó atentamente. Al llegar a casa, justo antes de dormir, recordó que él también estaba aburrido en su casa y pensó en voz alta:

-Tal vez, Emily tiene razón. Sólo los que la necesitan son los que pueden hallarla. Ese día, yo estaba muy aburrido y desde que la encontré estoy distraído y feliz. Definitivamente, eso era lo que yo necesitaba para mantenerme ocupado y alegrar todas mis tardes.

Andrés se quedó dormido con esos pensamientos y prometió ir siempre a ese hermoso lugar que le había traído tantas cosas buenas.

Desde entonces, Andrés regresa junto a Emily cada tarde a disfrutar de sus nuevos amigos y de esos maravillosos libros que el Sr. José comparte con todos.

Fin


¡Gracias por pasar, comentar y leer!

H2
H3
H4
3 columns
2 columns
1 column
Join the conversation now
Ecency