EL BURRO CASI REY
Agobiado por la edad y el peso
el rey León se hunde en un bostezo.
Y si intenta correr tras una presa
le duelen las patas, la espalda y la cabeza.
Sintiendo en las entrañas un calambre
presiente el león que morirá de hambre.
Si yo no puedo ir, dice con maña,
justo es que a mi lado venga la montaña.
Y animado por esa filosofía barata
se acuesta a esperar bajo una mata.
De pronto, mira el león que en el camino
confiado y taciturno se aproxima un pollino.
Y dice, entonces, el león cazurro,
en alta voz para que oiga el burro:
¡Desdichado de mí! Tanta riqueza,
tantos pastos tener y tantas presas
y ver cómo se pierden malamente
por no poder hallar un buen gerente.
Un buen rey necesita a su lado
un ministro inteligente, honesto y educado.
Un burro sería el tipo perfecto.
Es el único animal que no tiene defecto.
Y desgajándose en elogios el león astuto
captó rápidamente la atención del bruto.
Si de algo le sirvo, responde delirante,
me ofrezco a su mandar, desde este instante.
¿Que de algo sirves? ¡Qué modestia!
Dios te hizo la más útil de las bestias.
Hoy serás ministro plenipotenciario
ganando cien fanegas de maíz a diario.
Y en premio a tu gran inteligencia
haré que todos te llamen Su Excelencia.
Una enmienda, mañana, haremos a la ley
para cuando yo falte, tú quedes como rey.
Y dijo haciendo en el suelo un garabato:
Ven a mi lado y firma este contrato.
Embelesado el tonto y estúpido pollino
cayó mansamente en las garras del felino.
Cuántos en este mundo insincero,
cegado por falsas alabanzas,
caminan mansamente al matadero
a servirle a los leones de pitanza.
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Dibujo y texto de Tomás Jurado Zabala
Gracias por sus apreciadas lecturas