Algunas veces una pequeña idea puede crecer tanto que en algún momento olvidamos de donde vino, pero otras veces, recordar con alegría al creador o creadores es parte de la tradición.
En el pueblo de San Serafín, allá por la sierra de Tequetetán había un enorme aviário en donde abundaba los loros de diferentes colores, los turistas venían de todas partes para admirar su inigualable belleza, pues eran loros tan grandes y hermosos que pronto se hicieron el animal oficial de aquel poblado. Todo mundo tenía una gran cantidad de loros en sus casas que cuidaban y alimentaban con gran devoción, pero además grandes cantidades de loros eran atraídos por la gran variedad de frutos silvestres que abundaban en la región, que a su vez eran cuidados por los habitantes con el fin de tener el hábitat ideal pare esos hermosos visitantes, los turistas por supuesto, pero también para los loros.
Pero un día llegó un alcalde con ideas ecologistas y ordenó que todos los loros debían ser liberados y que estaba prohibido alimentarlos. A los pocos meses los loros empezaron a emigrar hacia la sierra en busca de alimento, pues la gente ya no cuidaba los árboles al no haber suficiente turismo. Poco a poco la situación del pueblo fue empeorando, muchos de sus habitantes decidieron emigrar en busca de trabajo y en pocos años el pueblo parecía un pueblo fantasma.
Nadie sabe en realidad de quien fue la idea original, pero un domingo por la mañana una docena de ancianos salieron a la calle con máscaras de pato gigantes y batas blancas, traían consigo unas extrañas matracas que producían un sonido muy similar al de aquel animal, pero con un volumen mucho mas alto. En pocos minutos todo el pueblo estaba de pie siguiendo a los ancianos hasta la plaza principal donde unas señoras se habían organizado para vender almuerzos con el fin de reunir fondos para reforestar la región. Así sucedió cada año durante el mes de octubre, hasta que aquella región volvió a ser el paraíso de las aves, pero además la gente del pueblo acostumbraba vestir de blanco y usar máscaras de pato.
A través de los años la tradición fue evolucionando, ahora en todas las casas hay una gran cantidad de patos y cisnes. La gente se disfraza de aves coloridas, se sirven los platillos mas emblemáticos de la región. Todo el mes de octubre una gran cantidad de turistas asisten a las fiestas de San Serafín, pero el doce de octubre además hay juegos pirotécnicos.
No cabe duda que esta tradición inventada logró ser un gran soporte para la comunidad.
Sometimes a small idea can grow so large that at some point we forget where it came from, but other times, joyfully remembering the creator or creators is part of the tradition.
In the town of San Serafín, there in the Tequetetán mountain range there was a huge aviary where there were abundant parrots of different colors, tourists came from all over to admire its incomparable beauty, since they were such large and beautiful parrots that they soon became the official animal of that town. Everyone had a large number of parrots in their homes that they cared for and fed with great devotion, but also large numbers of parrots were attracted by the great variety of wild fruits that abounded in the region, which in turn were cared for by the inhabitants with in order to have the ideal habitat for these beautiful visitors, tourists of course, but also for parrots.
But one day a mayor with environmental ideas arrived and ordered that all parrots should be released and that it was forbidden to feed them. After a few months the parrots began to migrate to the mountains in search of food, as people no longer took care of the trees as there was not enough tourism. Little by little the situation in the town worsened, many of its inhabitants decided to emigrate in search of work and in a few years the town seemed like a ghost town.
Nobody really knows whose original idea it was, but one Sunday morning a dozen old men came out onto the street wearing giant duck masks and white coats, they brought with them strange noisemakers that produced a sound very similar to that of that animal, but with a much higher volume. In a few minutes the entire town was on its feet following the elders to the main square where some ladies had organized to sell lunches in order to raise funds to reforest the region. This happened every year during the month of October, until that region was once again a paradise for birds, but also the people of the town used to wear white and duck masks.
Through the years the tradition has evolved, now in every house there are a large number of ducks and swans. People dress up as colorful birds, the most emblematic dishes of the region are served. Throughout the month of October a large number of tourists attend the San Serafín festivities, but on October 12 there are also fireworks.
There is no doubt that this invented tradition managed to be a great support for the community.