Sonrisa trasnochada / relato

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Sonrisa trasnochada

     "¿Qué diablo cargas en las manos?" No lo ven, es mi sonrisa trasnochada, es que anoche estuvimos de merenguete, mi mujer y yo fuimos a ver la luna por primera vez en cuarenta y… mi amor, ¿cuántos años es que tienes que yo te aguanto? Siempre se me olvida la edad de Cruela, digo, Estela, y eso que anoche nos merengueteamos como dos pollos cuando los meten crudos a fritar, ella tiene un paso de dos patrás y uno palante y por eso nunca avanzamos, somos puros de los de atrás, así mismito es con las sonrisas, pero ahí el lento soy yo porque me río dos veces deapatrás y una deapalante, y cuando ella ha terminado de reír yo voy retrocediendo y así somos como petróleo y pueblo que siempre terminan distanciados por la mano que le tira pan tieso para que mueva la cola, pero a mí la cola no me molesta, lo que me molesta es que la de Estela, digo, Cruela, no sea larga como la de la vaca, y la de la vaca me gusta porque duerme encima de... ustedes saben de que…

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     Mi mujer no le gusta que yo hable, pero yo lo hago nomás cuando me preguntan y ustedes salieron y señalaron con sus manos y como son varios, y duraron mucho con las manos alzadas, oye, pensé que se les resbalarían del aire y caerían encima de las mías, me asusté porque todas juntas hacen bastante peso y pudieron aplastarme las mías, menos mal que me di cuenta rápido de que el aire estaba resbaladizo y me las metí en el bolsillo, pero como estaban rotos, me rodaron por dentro de pantalón hasta caer en mis pies, por eso me vieron así, juntando manos con pies, ¡ah! pero no se dieron cuenta de que se me cayó la sonrisa y como mis manos estaban en el suelo, aproveché y me la traje por dentro del pantalón, la saqué del bolsillo y es esto que tengo frente a ustedes.

     Si la miran bien pueden notar que tiene más pasos de deapatrás y menos de deapalante, el color que tiene es porque venimos de ver la luna; lo claro, pues de la luna, lo oscuro, de la noche y lo amarillo, del sol, y lo que se le ve aquí, pegado como una piedra, no es otra cosa que la dentadura ¿o es que la sonrisa de ustedes no sale de los dientes?

     A mí como Cruela, perdón, Estela, me vive sacando todo, ya me acostumbré a cargar la sonrisa en las manos. La otra vez que fui al mercado a vender ajíes, pero nadie me compró porque ni eran dulces ni eran picantes, eran sonrientes, no ve que los sembré y los coseché con la sonrisa en mis manos; me tuve que regresar y la mujer brava porque no los vendí y para que se contentara le hice una tortilla de ajíes y esa noche la pasó risa y risa; en lugar de roncar se carcajeaba y yo me fui a dormir al patio con los espantos, pero hasta ellos estaban molestos y no me quisieron salir esa noche.

     Mejor me voy porque, ¿ya ustedes saben quién me está llamando? "¡cinco!", "cuarenta y cinco años juntos", eso tenemos juntos y no le gusta que hable con nadie, dice que soy un cadáver muy serio, porque como ella me sacó la sonrisa, que es esta que cargo en mis manos, me dice que mejor ella habla y yo tiendo la mano y saludo; que vuelve a hablar y yo doy la mano y me despido, y como soy bruto y en lugar de dar la mano doy la sonrisa, todos quedamos contentos.

FIN

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     Con este relato estoy participando por primera vez en este extraño concurso promovido por @saulos. No sé si lo que escribí es extraño, pero sí, que me extrañé al escribirlo.

     Créditos: imagen de las manos, imagen del concurso.

     Invitación: aprovecho para invitar a @silher, @eleazarvo, @violetaperez, aquí les dejo el enlace.

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Ecency