Creo que fue en el twitter, ese mosaico de la brevedad donde conviven la genialidad y lo banal, donde leí/vi una información sobre la extendida costumbre de los ingleses de instalar comederos y bebederos para las aves.
Resulta que el cincuenta por ciento de la población de Inglaterra ha asumido el hábito de colocar, donde sea posible, pequeños y no tan pequeños artefactos que sirvan para que las aves silvestres tengan un suplemento adicional de alimentos.
Como resultado de esa ¿novedosa? práctica se ha podido establecer que en los últimos treinta años ha crecido sustancialmente el número de aves en la zona.
También se ha determinado que muchas especies comienzan a tener un proceso de adaptación a la nueva posibilidad alimenticia, por lo que sus picos son ahora un poco más largos. Algo de razón tenía Darwin.
Los ingleses le ponen empeño al asunto. Con el esfuerzo de esa comunidad de fieles activistas se calcula que se pueden alimentar 186 millones de aves, para lo que se invierten un total de 334 millones de libras esterlinas al año.
Esa proeza de una sociedad consciente es una muestra muy importante de los cambios que las personas pueden lograr cuando unen sus esfuerzos y capacidades por una causa común.
Sin embargo, y con todo el riesgo que implica aventurarse en opiniones fuera de lo políticamente correcto , les comento que mientras leía la nota no podía dejar de pensar en una vieja película de los años 60, por cierto de un excelente cineasta inglés, Alfred Hitchcock, llamada los pájaros.
A Hitchcock le gustaba explorar las emocionas humanas, le decían el mago del suspenso. Se atrevía a plantear situaciones inverosímiles pero no del todo descabelladas, alguna probabilidad tenían de poder ocurrir.
El argumento de la película que les mencioné transcurre en un apacible pueblo inglés, con una vida bastante tranquila y normal, sin mayores sobresaltos, un sitio donde la gente la pasaba bien.
Pero un buen día la normalidad del pueblo cambia radicalmente al verse asaltados por una plaga de pájaros negros, una especie de cuervos, que comienzan a atacar a la población, y por allí se desarrolla la trama, pero hablar de la película no es el objeto de este escrito.
Podría ser que en su gesto de buena voluntad los ingleses estuviesen creando simultáneamente un problema a gran escala.
La naturaleza tiene unos procesos de equilibrios muy delicados, cualquier alteración es capaz de generar problemas impredecibles.
Así de buenas a primeras pareciera que un aumento en la población de aves fuese beneficioso, pero…Sí, siempre hay un pero…, porque nadie ha medido el impacto que pudiera tener esa sobrepoblación de aves para un ecosistema.
Las aves, como todo, forman parte de una gran cadena alimenticia donde unos seres ayudan con su vida, con su producción y con sus desechos a que todo el sistema se mantenga y sea sostenible.
Es verdad que el hombre en su actitud rapaz ante el entorno ha creado desequilibrios y problemas que algunos consideran irreversibles. Claro, la palabra irreversible es un término muy duro, que implica apostar a unas condiciones que se mantengan a futuro y nadie puede saber lo que depara el futuro.
El caso es que así como se puede alterar el equilibrio por omisión y rapacidad, también se puede alterar por benevolencia y generosidad. Es un asunto delicado al que seguramente los científicos le comenzarán a prestar atención.
Gracias por su tiempo.
