Mi amigo el cangrejo

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Don Né el cangrejo

Durante mi travesía por los Siete Mares me topé con un singular viejo amigo que gustaba ponerles a todos un apodo igual de singular. Tiene cinco pares de patas, dos tenazas, es semi-ovalado y le encanta una comida preparada muy extraña, hecha de camarones y una tinta roja, a la que él le llama “chilpachole”.
Don Né con efusión me saludó. “¡Waldo, né de mi corazón! ¡Tiempo sin verte, né!”, fue lo primero que dijo al abrazarme. “¿Cómo has estado?, ¿cuándo vienes a Progreso a probar el chilpachole?” Le contesté: “En estos días me dirijo a Chelem a disfrutar de los atardeceres tan bonitos que Mamá Naturaleza ofrece. ¿Y tú qué haces por aquí en la Corriente Australiana Oriental?”
Don Né me explicó que a visitar a su mamá está yendo, pues hacía muchos años que no la veía. Le pregunté si ha visto a Nemo y a Marlin, mis amigos ahora que estaba en esta área; me contestó que se los acababa de topar por la Corriente Mexicana Occidental, pues iban de vacaciones a un lugar llamado Quintana Roo, donde las aguas son cristalinas y pacíficas, lejos de tiburones y otros peces extraños.
Aprovechando la plática, le pregunté por curiosidad por qué llama a todos “né” y qué significado tenía. Don Né, orgulloso, me dijo que es una expresión de cariño hacia los amigos y hacia la familia. Sorprendido estoy, pues, que una palabra extraña significara semejante estima.
Agradecido estaba, pues, por su sincera amistad y, con la promesa de visitarlo algún día en Tulum para probar tan rica sopa de camarones, me despedí de él con una sonrisa y proseguí mi travesía por los Siete Mares.

Autor: @waldowhale

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