La escuela pública

En el corazón de una ciudad vibrante, se alzaba la Escuela Pública N° 24 "Esperanza del Mañana". No era la más grande, ni la más moderna, pero sus paredes respiraban historias de generaciones que habían pasado por sus aulas.

La escuela era un crisol de culturas, donde niños y niñas de todos los rincones del barrio se reunían para aprender no solo matemáticas y literatura, sino también sobre la vida y la amistad. La señorita Marta, con sus gafas siempre en la punta de la nariz, era la maestra favorita de todos. Sus clases eran un viaje a mundos desconocidos, llenos de aventuras y conocimiento.


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Un día, la escuela se enfrentó a un gran desafío: el edificio antiguo necesitaba reparaciones urgentes, y no había suficientes fondos. La comunidad escolar se unió como nunca antes; organizaron ferias, colectas y hasta un pequeño concierto en el patio de la escuela. Todos aportaron su granito de arena, desde el panadero que donó los pasteles hasta el carpintero que reparó las bancas.

Finalmente, después de meses de esfuerzo conjunto, la Escuela Pública N° 24 brillaba como nueva. La dedicación y el amor de la comunidad no solo habían salvado el edificio, sino que habían fortalecido el espíritu de unidad y esperanza que la escuela representaba.

Y así, "Esperanza del Mañana" continuó siendo un faro de luz para todos los que buscaban un lugar donde aprender y crecer, recordándoles que juntos, todo es posible.





Foto tomada con mi smartphone Samsung Galaxy S22 Ultra.

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