Esta es una historia verdadera y reciente. Un matrimonio de inmigrantes padres de 2 niñas la vienen luchando fuerte desde Septiembre del año pasado. El confinamiento argentino (el más largo del mundo) producto de las medidas que tomó el gobierno para contrarrestar el aumento de casos de COVID-19 en el país, les pasó factura. La empresa en las que trabajaban no resistieron el estar meses cerradas sin producir ni un centavo y tuvieron que despedir a todos los empleados, así que los dos perdieron su trabajo.
Sus compañeros de la iglesia evangélica los ayudaron con comida y a completar la plata para pagar el alquiler de su modesto departamento. El papá pudo conseguir un trabajo en negro en una verdulería. Muy lejano a su trabajo de escritorio que en otrora tenía. Con el inicio del presente año, la mamá consiguió un trabajo en su área (es abogada) y les empezó a ir mejor. Hace 1 mes el papá consiguió laburo también ejerciendo en su carrera de administrador. Las niñas empezaron a ir al colegio, donde la cesta alimentaria ayuda con la alimentación en casa. Todo parecía ir sobre ruedas e indicaba que la familia estaba renaciendo de las cenizas como el ave Fénix.
Hasta hoy, que le anuncian al papá lo van a tener que echar ya que la empresa a la que recién entró está en crisis y piensa cerrar definitivamente debido a las recientes restricciones que el gobierno puso en todo el país. Nuevamente los fantasmas del pasado regresan, llenando a esta pequeña familia de incertidumbres y preocupaciones que nadie desearía pasar, y menos dos veces en un país que no es el tuyo y donde no tienes el apoyo de tu familia. Es duro, lo viví personalmente, muy duro.
