¡Hola resilientes!
Estoy en el tren de camino a Madrid, viendo las montañas y los edificios pasar. Aunque sea por temas laborales, siempre me ha gustado viajar en tren. Es una forma muy cómoda de desplazarse que permite relajarse y contemplar el paisaje.
Estaba pensando en cómo ha cambiado mi vida en los últimos años, y en las decisiones que he tomado que han ayudado a que esto fuera así. Una de las mejores decisiones que he tomado ha sido la de dejar de mentir. No es que antes fuese un mentiroso pero sí que en algunas ocasiones ponía excusas que no eran verdad (tanto a mí mismo cómo a los demás) para evitar situaciones incómodas.
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¿POR QUÉ DEJAR DE MENTIR?
He podido ver por propia experiencia que mentir a los demás no lleva a nada bueno. Tanto si lo hacemos para evitar una situación incómoda, como por cualquier otro motivo. Muchas veces tendemos a mentir cuando pensamos que la verdad puede provocar una situación incómoda a la otra persona, o puede empeorar la imagen que las otras personas tendrán de nosotros.
En ambos casos, decir la verdad es más beneficioso, aunque en el corto plazo pueda no parecerlo.
Os lo mostraré con unos ejemplos: Si una persona nos hace una pregunta esperando un feedback positivo, y nuestro instinto nos invita a mentir, será mucho más difícil para la otra persona darse cuenta de que a lo mejor necesita cambiar algo.
Mentir nos aleja de la incertidumbre de la respuesta a un comentario negativo, realmente lo hacemos por comodidad. Si realmente apreciamos a la otra persona no tenemos que hacerlo. A largo plazo va a apreciar nuestra sinceridad y va tomar nuestra opinión como una opinión de valor.
Otro ejemplo: Si una persona nos pregunta por algo que espera que hayamos realizado y no ha sido así, no tiene ninguna lógica afirmarlo. Nuestro inconsciente cree que si contamos la verdad decepcionaremos a la otra persona, y de alguna forma empeorará la imagen que tiene de nosotros. Puede resultar cierto a corto plazo, pero en multitud de ocasiones la otra persona apreciará nuestra sinceridad y honestidad.
Por otro lado, si alguna vez se descubre que mentimos, la imagen que esa persona tiene de nosotros empeorará hasta tal punto que será muy difícil de cambiar. ¿Realmente vale la pena? Para mí no.
LOS VALORES
Sin duda alguna, la sinceridad, honestidad y transparencia son unas de las virtudes que más apreciamos los seres humanos. Las buscamos en las personas con las que nos relacionamos y siempre intentamos que nuestras amistades y parejas tengan estos valores.
Particularmente, las personas que han sido capaces de darme opiniones contrarias a las mías en ocasiones en que lo más sencillo hubiera sido darme la razón, se han acabado convirtiendo en mis mejores amigos. No me gusta la gente que me da la razón todo el rato, prefiero compartir una conversación con una persona que tenga su opinión propia y sea capaz de exponer puntos de vista diferentes a los míos desde el respeto.
He tenido la suerte de conocer personas que son incapaces de mentir, y he podido aprender mucho de ellas. Sin duda, una de las mejores decisiones que puedes tomar para mejorar tu vida.
¿Qué opináis acerca de las mentiras? ¿Hay alguna ocasión en la que estén justificadas?
¡Sed felices!
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