Para nosotros los peruanos es obligatorio estudiar todas las culturas que se desarrollaron en nuestro territorio. Nuestra historia es tan vasta y rica que siempre resulta fascinante, precisamente una de las culturas más enigmáticas es la Paracas. Cuando estaba en el colegio tuve que hacer una investigación sobre este tema; sin embargo, no estaba tan convencida con todo lo que se decía en los libros, ya que los estudios realizados eran muy superficiales. Me nacieron muchas dudas, tenía dos preguntas que siempre me rondaban en la cabeza: ¿Los arqueólogos nos están ocultando algo? o ¿yo quiero creer que los Paracas tenían algo de sobrenaturales?; sea como fuere, les contaré algo más al respecto y me sejen sus opiniones.

Corría el año de 1925 cuando Julio C. Tello descubrió en las áridas tierras de Ica, sur del Perú, una singular población. Al ser esta zona en su mayoría desértica, jamás pensó en encontrar el cementerio más misterioso e importante de nuestra historia. Fue en Cerro Colorado, en la península de Paracas, el lugar donde se hallaron 429 fardos funerarios que contenían importantes personajes momificados, envueltos en finos mantos y rodeados de ceramios, instrumentos de caza, pieles de animales y alimentos cuyos vestigios datan del año 500 A.C, estos cuerpos pertenecían al período temprano de la Cultura Paracas (Paracas Cavernas); además, tenían una forma muy peculiar de enterrar a sus muertos, ellos hacían una especie de cuevas subterráneas donde podían enterrar incluso familias enteras en ellas.

Julio C. Tello sostuvo que la cosmovisión de la cultura Paracas sobre la naturaleza era demasiado arraigada a creencias mitológicas, lo cual eran normas de ordenamiento social y se reflejaban en coloridos mantos como los "Mantos Calendarios" donde estaban definidos los ciclos biológicos de la flora y fauna, así como los oficios y costumbres de esta sociedad. Con el paso de los años, los Paracas solían enterrar sus muertos en tumbas mucho más sofisticadas (Paracas Necrópolis), como muestra de su flexibilidad a la modernidad.

Julio C. Tello continuó con sus investigaciones, aquellas enigmáticas tumbas eran la revelación del momento y, fue allí donde Tello descubrió una serie de polémicos restos humanos que cambiarían para siempre cómo miramos a nuestros antepasados y nuestros orígenes. Fue una gran sorpresa para Tello y su equipo que algunos de los cuerpos en las tumbas poseían los cráneos alargados más grandes jamás descubiertos en el planeta, los famosos Cráneos Paracas. Así el arqueólogo peruano, reveló al mundo los más de 300 cráneos misteriosos que se creen tenían al menos 3000 años de antigüedad y, por si fuera poco, se hicieron unos análisis de ADN a estos cráneos que han desafiado la historia conocida.

Una de las teorías que existe explica que esta práctica era propio de la nobleza Paracas, al parecer ellos imitaban la forma de sus dioses como muestra de poder o acercamiento divino hacia ellos; entonces, ahí me formulo un par de preguntas más: ¿a qué dioses imitaban? y ¿cómo sabían los Paracas que los dioses tenían los cráneos largos?.

Varias culturas de todo el mundo han realizado prácticas de deformación craneana (elongación) pero, sus técnicas fueron distintas a los Paracas, obviamente los resultados tampoco fueron los mismos. Debemos distinguir también que, dentro de los cráneos encontrados algunos sí eran humanos, según los arqueólogos, los cráneos de los bebés eran atados por los costados a un par de tablillas con el fin de cambiar su forma, resultando en un cráneo drásticamente alargado. Aplicando una presión constante durante un largo período de tiempo, regularmente hasta los 6 meses de vida, así como el uso de herramientas antiguas, ellos lograron realizar deformaciones craneales, método también usado en culturas antiguas de África. Sin embargo, si bien este tipo de deformación craneal cambió la forma del cráneo, no alteró el tamaño, peso o volumen craneal, todos los cuales son rasgos característicos de los cráneos humanos regulares.