Son duros los caminos de Castilla, pero a la vez forman paisajes agradables d ver, sobre todo por los complejos contrastes que se advierten en sus infinitas extensiones de campos y esa beatífica actitud que caracteriza, por añadidura, a la inmensidad de sus cielos.
Ancha es Castilla, dice un refrán popular y en sus solitarias longitudes resulta difícil no encontrarse, cualquiera que sea la dirección que se tome, con un humilladero, una ermita o con un conjunto de cruceros de piedra, que parecen surgir, milagrosamente, de ninguna parte.
En este sentido, estos elementos de piadosa devoción, unidos al paisaje castellano, podría decirse que sustituyen a los Petos de Ánimas que son tan populares, no obstante, en los duros caminos del norte y que, tanto en unos como en otros, reclaman siempre una piadosa oración por la liberación de un alma del Purgatorio.
Campos, ermitas, humilladeros y cruceros de piedra forman un conjunto armónico y tradicional, un legado histórico y a la vez misterioso, cuyas raíces se hunden en lo más profundo de la historia de Castilla.
AVISO: Tanto el texto, como las fotografías que lo acompañan, son de mi exclusiva propiedad intelectual.