De alguna manera cognoscitiva, la tonalidad sepia en la fotografía siempre es una invitación a viajar con esa máquina del tiempo, que es la memoria y recrearse libremente en ese universo utópico donde todas las ensoñaciones tienen su hamletiano ser o no ser.
Este singular edificio y su pequeño e idílico entorno, visto con esta dulce tonalidad, no deja de evocarme aquéllos paisajes costumbristas y profundos del Sur de los Estados Unidos, que tan intensamente describiera el polifacético Mark Twain.
Paisajes y bucolismos, donde hasta es posible, además, que incluso poetas vitalistas, como Walt Whitmann, hallaran consuelo e inspiración a su poética manera de ver, sentir y expresarse.
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