Ciencia y fe (pate VII)

¿Qué pasó con Galileo?

En temas en que se trata del universo, de la vida, del hombre, tenemos que hablar de un punto de vista múltiple. Hablamos desde el punto de la vista de la astronomía, de la física, de la biología y también desde puntos de vista de la filosofía y la teología porque todos estos modos de conocer son parciales. Vemos la realidad desde un punto de vista o de otro, pero no podemos como una única metodología cubrir todos esos puntos de vista. Primeramente porque la ciencia sólo debe hablar de aquello que puede experimentar. Nada más. En cambio la filosofía no necesita de un laboratorio para hacer experimentos ni la teología tampoco. Pero si yo quiero explicar algo enteramente no me basta con lo que me dice un físico o un químico.

Supongamos que un arqueólogo abre una tumba y encuentra un objeto extraño, no sabe que será. Se lo entrega a un químico y le dice que es una aleación de cobre y estaño, tiene un 5% de estaño y un poquito de antimonio pero casi todo es cobre. Se lo da a un físico y le dice que tiene tantos gramos de masa, y tiene tanta dureza y tanta densidad y mide aproximadamente tanto. ¿Pero qué quiere saber el arqueólogo? ¿Qué seria? ¿Para qué lo habrán hecho? Mucho más importante que saber cuanto cobre y cuanto estaño hay es decir, cual seria la razón de hacer esto, con esta forma rara con esta composición. ¿Puede alguien usando un aparato de laboratorio decir eso? No. De modo que lo más importante para entender un objeto, que es saber para que es, no me lo puede dar la física ni la química. Tengo que hacer una serie de raciocinios filosóficos para explicar que este objeto tiene una serie de propiedades que solo son inteligibles si se uso para esto o para esto otro. Bien, algo parecido debemos decir con el universo. No me basta que me digan cuantas toneladas de masa tiene el universo, cuando comenzó, a que temperatura. Yo quisiera saber si el universo tiene alguna finalidad o no. Si tiene algún sentido o no. Lo mismo de la vida humana y de las obras humanas es obvio que uno no se siente satisfecho analizando la composición de las paginas de un libro químicamente o físicamente. Hay ahí algo nuevo, hay información, hay belleza, no se explica por ninguna medida física.

Por último, uno llega a un momento en que ni siquiera las preguntas filosóficas dan una razón suficiente de por qué existe el ser humano en un universo que además va a llegar a destruirse, entonces necesitamos una respuesta teológica. Y todo esto, cuando se explica así es obvio, sin embargo mucha gente sigue volviendo a una especie de mantra que se repite a lo largo de los años. Es que la ciencia y la teología se oponen. Es que la Iglesia siempre se ha opuesto a la ciencia. Mira lo que le sucedió al pobre Galileo.

En una encuesta entre universitarios alemanes, no era gente sin formación, llegaban a un 70% los que pensaban que Galileo había sido torturado por la inquisición y casi un 50% afirmaban que había muerto en la hoguera. ¿Qué ocurrió en realidad? Si pensamos ahora en lo que ocurría hace 5-6 siglos tenemos que darnos cuenta de algo que la gente no sabe o no le habían dicho, no había física, no había química, no había verdadera astronomía, como entender lo que ocurre en el universo. Lo único que hacía era calcular posiciones de los astros dando por supuesto algo que le parecia a ellos muy lógico aunque ahora nos hace sonreír. Daban por supuesto que, como los astros son entidades de un orden superior celestial que tenían que ser perfectos en todo. ¿Y cuál es la figura perfecta? La esfera. Entonces todos los astros tenían que ser esferas. ¿Y cuál es la trayectoria perfecta? El círculo. Tienen que moverse en círculos. ¿Y todo ello por qué? Porque son perfectos y nada más. ¿Y alrededor que de se tienen que mover? Da igual. Pueden moverse alrededor de la tierra, ¿por qué no? ¿Puede moverse alrededor del sol? Pues también. ¿Cuál de las dos cosas es verdad? Pues da igual. Usamos la hipótesis de que en cualquier momento es más fácil de usar para tener los cálculos adecuados.

Mucha gente cree que se suponía que como el hombre es tan importante en teología, la tierra tenia que ser el centro del universo. No era por eso por lo que se había dicho. Un astrónomo egipcio de la cultura griega instalada en Egipto, dos siglos antes de Cristo, que se llamaba Aristargo, propuso que el sol era el centro del movimiento de los planetas, de modo que no hubo que esperar a Copérnico ni a Galileo para eso. Ya lo decía un griego y no por cuestiones teológicas. Lo decía porque pensaba que era un astro que posiblemente ocuparía un centro por ser el más importante de todos los astros visible a simple vista. ¿Por qué no se acepto lo que se dijo? Porque no cuadraba con lo que se observa. Pues bien, viene Copérnico y propone una vez más que el sol sea el centro. ¿Podía demostrarlo? No. ¿Tenia una razón de que la tierra vaya alrededor del sol? Tampoco. Entonces llega Galileo y dice pues es mejor que la tierra va alrededor del sol porque el sol es más importante.

Pues muy bien, si quiere hacer los cálculos con esa hipótesis nadie le molesta pero deje en paz a los teólogos y no les diga cómo tiene que cambiar el interpretar la escritura por esa hipótesis. ¿Estuvo en la cárcel Galileo? Nunca. Cuando estuvo en Roma estuvo como huésped en la casa de un cardenal. ¿Le torturaron? Nadie le toco nunca un pelo. ¿Cuál fue el castigo por no cumplir su promesa de enseñar la teoría como una hipótesis? Que se fuese a su casa y dijese unas oraciones cada día. Murió con bendición papal profesándose hijo de la Iglesia fiel y asistido por una hija religiosa. De modo que el caso de Galileo es bastante menos truculento de lo que se lee por ahí. Es una pena que fuese condenado aunque fuese sólo a eso porque él tenia razón de que la Biblia no nos enseña astronomía pero también tenían razón los teólogos para decir que él no podía demostrar que la tierra va alrededor del sol y por lo tanto mientras no pudiera demostrarlo que los dejase en paz con sus interpretaciones de la escritura.

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