Ciencia y fe (parte X)

La sabana santa de Turín

Hay un objeto de interés arqueológico, que aparece en los medios de comunicación frecuentemente como un punto en el que fe y ciencia entran en conflicto. Es el estudio de la sabana mortuoria que se encuentra en Turín, sabana santa, síndone de Turín, tiene una tradición que nos dice que fue el lienzo en el que envolvieron a Cristo después de bajarle de la cruz al ponerle en la tumba de José de Arimatea. Primeramente, yo quisiera que quedase muy claro que nuestra fe no depende de ninguna reliquia, de modo que no es verdad que el asunto de la sabana de Turín es una materia de tener fe o no tener fe. No tiene nada de implicación directa con el que uno tenga fe o no tenga fe. Es un objeto y la fe es siempre en una afirmación de un dogma y no hay un dogma sobre la sabana de Turín.

Es un objeto de interés arqueológico, un objeto antiguo que se debe estudiar con la misma metodología con que se estudian todos los objetos antiguos de una tumba de Egipto o de los Incas o de donde sea. En esos casos, si uno encuentra restos por ejemplo de un guerrero, quisiera saber quien es, por que hay esa tumba, si hay alguna indicación allí tal vez de que le paso, etc. Un ejemplo, hace medio siglo se anuncio que se hallo la tumba de Filipo de Macedonia, el padre de Alejandro Magno, ¿pero porque tenia un carnet de identidad? No, pero era una tumba de la época de Filipo, de alguien importante con muchas joyas alrededor y tenia una herida en el hueso debajo del ojo derecho y los historiadores saben que Filipo murió de un flechazo al ojo derecho cuando estaba asediando una ciudad. Ponen unas conclusiones con otras y dicen, es un hombre importante, es de la época de Filipo de Macedonia, está en Macedonia, y murió como murió Filipo de Macedonia, pues es Filipo de Macedonia. Y a nadie se le ocurrió discutirlo porque a nadie le importa Filipo de Macedonia para su vida.

Por tanto ,se da por buena esa afirmación y nadie la discute. Pero en el caso de Cristo, cuidado, si se acepta que hay una reliquia histórica que nos habla de su pasión que nos puede indicar que algo extraordinario ocurrió en la tumba, entonces eso tiene importancia para quienes quieren aceptar a Cristo y saber lo más posible de su pasión y muerto o para quienes no quieren aceptar a Cristo y por lo tanto no van a aceptar nada que ayude a entender lo que ocurrió y esto es lo que tenemos entre manos al estudiar la sabana de Turín. Ha habido científicos que han dicho explícitamente a otros científicos que por muchas pruebas que haya nunca van a aceptar que la sabana santa de Turín es auténtica. Ante una persona así cerrada uno ya dice usted dedíquese a otra cosa no me moleste más.

¿Qué hay en la sabana de Turín? Un lienzo único en el mundo que sepamos. Un lienzo de 4 metros y 30 centímetros por un metro y 20 de ancho aproximadamente, que tiene una imagen de un hombre de frente y de espalda que ha muerto con una serie de heridas infligidas por un látigo romano, el flagrum, de hace 2000 años, crucificado según la manera romana de hace 2000 años, y que recibió una lanzada en el costado dada por una lanza romana que se conoce arqueológicamente como era y todo ello en un contexto en que le ponen en una tumba con un lienzo de gran valor de lo mejorcito que se podía hacer y esta imagen nunca se ha podido reproducir en el laboratorio por ningún método de toda la tecnología del siglo XXI.

Esto es lo que tenemos que explicar. No estamos hablando de una visión, ni de un cuento, ni de ninguna cosa poética, estamos hablando de un objeto que se estudia en el laboratorio y que ha sido el objeto arqueológico más estudiado durante más de 100 años en toda la historia de la arqueología. ¿Y qué aparece? Que todo lo que dice el evangelio esta ahí visiblemente marcado. Los azotes, dados con un látigo romano terrible, que terminaba correas de cuero con una barras metálicas con bolas en los extremos para desgarrar la carne, y ese tormento se le dio de tal manera que desde la nunca hasta los tobillos, apenas hay 2 cm cuadrados sin una herida. Y se ven las marcas de los clavos romanos del tamaño que se ha encontrado en tumbas de la época, que además no están en la palma donde le pintaban siempre lo que nunca habían visto una crucifixión sino en la muñeca. Que tiene una herida en el costado que no era parte nunca del modo de crucificar de los romanos pero que el evangelio nos dice se le hizo después de muerto. Que tiene la marca de una corona de espinas, no como nos la pintan los artistas sino como un casco que le cubría la cabeza como eran las coronas en el oriente próximo y todo esto sin un solo dato en contra de su autenticidad.

Y la mejor prueba de su autenticidad que es que nadie es capaz de producir una imagen semejante. Y la prueba naturalmente seria de lo contrario, que alguien lo presente. Nadie lo ha hecho. ¿Qué tenemos? Un lienzo mortuorio que para un judío era algo impensable ni siquiera tocarlo, porque tocar por fuera una tumba bastaba para que uno no pudiese ya formar parte de las ceremonias religiosas, quedaba ya uno hecho impuro. Pues un lienzo mortuorio con manchas de sangre se conserva como cosa preciosa durante 20 siglos. ¿Por qué? La respuesta única que es lógica es porque ya no se trataba de un muerto, le habían visto vivo. Y por eso ya no había impureza en tener este lienzo. Era al contrario, una muestra de lo mucho que Cristo había sufrido por nosotros y marcaba el principio en la fe en la resurrección cuando Juan y Pedro fueron al sepulcro y vieron ese lienzo que envolvía el cuerpo de cristo desinflado en el suelo en el mismo sitio donde lo habían dejado pero el cuerpo no estaba debajo. Y otro lienzo que esta en Oviedo en la catedral se menciona también allí el otro lienzo que había estado en su cabeza estaba todavía enrollado como cuando le tenia alrededor de la cabeza. A parte en su propio lugar, nadie había tocado nada, allí no había habido ladrones, el cuerpo simplemente había desaparecido.

De modo que tenemos un testimonio físicamente visible de lo mucho que sufrió el Señor y una indicación de que esa muerte fue seguida por una resurrección que cambio totalmente el panorama de la pasión de Cristo para sus discípulos. Es la reliquia más valiosa de la cristiandad.

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