El Enigma de Baphomet (261)

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hay que pensar en ello como si se fuera a publicar en la primera página de los periódicos. No hay nada secreto, todo puede quedar grabado en unos cuantos servidores. Tú hazme caso y no me discutas esto. Y no voy a perder el tiempo con ello. Te quería decir que, cuando regresaba a Paris desde Mentenón, me perdí, porque, encima, no sé qué he hecho con el plano. Lo perdí. No sé qué coños hice con él y me desapareció; debió de caerse en algún sitio sin darme cuenta, y se escabulló al abrir la puerta del coche. Se deslizaría por el lado izquierdo del asiento. Bueno, que le den morcillas, que no acabo. La compañía de alquiler de coches ya estaba cerrada, eran las 12 de la noche, date cuenta de que ya son las dos de la mañana. Que tenemos que dormir, que mañana tengo yo mucho lío pendiente.

Clara: — ¿Qué vas a hacer?

Leo: —Me levantaré pronto, tengo cuatro horas para dormir, no más. Iré, lo primero a denunciar el robo de los dos baúles a la policía más cercana. Tengo que ir ahora a romper un cristal del coche y abrir por dentro la cerradura.

Clara: — ¡Vaya lío! ¿Tú crees que, con esto que me dices, yo voy a pegar el ojo esta noche?

Leo: — Tú duerme y no te preocupes.

Clara: — Como para no preocuparme. ¿Y qué vas a seguir haciendo?

Leo: — Pues eso, denunciar que me han robado los baúles de la furgoneta. Después de todo, ha sido una suerte que no estuviera abierta la casa de alquiler de coches, porque, no entregando hoy la furgoneta, tengo que pagar todo el día de mañana. No es como en otras empresas que se puede entregar por la mañana. Me decía que se puede estar utilizando durante la noche y por eso tienen así las tarifas. Creo que voy a decirles que sigo con el alquiler hasta que deje de necesitarlo. Llevaré ahora, por la noche, el cuaderno del diario para ocultarlo en los baúles en el guardamuebles. Dejaré también ocultos los pergaminos en los baúles. Mañana me abordará la policía y no quiero tener ni baúles ni pergaminos. ¡Nada! A ver dónde encuentro una piedra para romper el cristal de una pedrada, como si los hubieran robado.

Clara: —¿Ahora? ¿Vas a ir ahora a romper el cristal del coche? Son las tres menos veinticinco. Mejor que duermas un rato. ¿No puedes desatornillar una cerradura y dejarla suelta como si hubieran sido ladrones finos?

Leo: —Pero, la cerradura... para desatornillarla, tiene que ser desde dentro, con el coche abierto. Desde fuera no se puede. Yo creo que no sabes lo que dices.

Clara: —Vale, vale... No he dicho nada... Échate a dormir un rato...

Leo: —No, no puedo arriesgarme a que no me despierte la alarma del móvil. Tengo que dejar todo preparado esta noche. Estaba yo tan cabreado por no haber podido devolver el coche, y mira tú por dónde, ha sido lo mejor que pudiera ocurrirme.

Clara: —Venga... Ten mucho cuidado y tenme al tanto de todo lo que haces. ¿Quieres que coja yo el primer vuelo que salga para París, y te acompaño?

Leo: —¡Ni se te ocurra...! ¡Eso, ni pensarlo...! No te preocupes, que lo arreglaré todo. Venga, un beso.

Clara: —Un beso. ¡Ten mucho cuidado!

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