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LA BELLEZA NO ES MENTAL

¡Hola Steemians!

Siempre es un placer que pasen sus ojos por estas palabras. Muy agradecido por acompañarme en estas reflexiones que, de algún modo u otro, salen a la luz en esta grandiosa plataforma que es Steemit.

Sin dar más rodeos, empecemos…


LA BELLEZA NO ES MENTAL


Durante mucho tiempo pretendí dedicar mis días a una actividad mental insaciable, a la creación de pensamientos, ideas y abstracciones con el propósito de comprender gran parte de las cosas que me rodeaban. Todo resultó al revés: sólo las fantasías y los anhelos me eran perfectamente comprensibles, las utopías sociales me resultaban posibles y padecía permanentemente por un hambre de experiencias sublimes. A su vez me sentía en un mundo horroroso, hostil a mi naturaleza y a la realización de mis ideales más profundos.

Dentro de mí se encontraban dos fuerzas en pugna permanente. Una se sentía superior, capaz de entender, definir y juzgar desde las alturas, a vuelo de pájaro, toda la realidad a la que estaba sujeto; la otra se sentía oprimida por la tiránica visión de aquella, luchaba por demostrar que la perspectiva de rana era tan necesaria para la vida como la del águila. Tal guerra interna no produce más que tensión y frustración, deriva en cansancio y hastío del mundo, tanto de aquel que le pertenece a lo onírico como de este, real y difícil de modificar.

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Iblard Jikan

Esclavo de mis fantasías, deducciones y razonamientos; preso de la superficialidad de esta deformación que llamamos sociedad, política, consumo; me preguntaron un día “qué era la belleza” y una voz externa, desde la sabiduría respondió: “quizás aquello que te gustaría volver a mirar”.

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Un latido estremeció las bases: Nunca había mirado. No hay razón ni pensamiento capaz de responder al helado sentir que produce enfrentarse con la oscura burbuja mental. Otro latido hizo caer las imágenes en blanco y negro y las estatuas de cáscaras. Mentiría si dijera que los latidos son más benévolos ahora que poco queda en pie, ahora que no hay paredes grises ni techo plano y que he podido vislumbrar el éxtasis de la contemplación, la alegría del sol, la purificación de la lluvia, la nostalgia de la noche.

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Séneca, fiel a su sabiduría estoica, hubiese llamado a este momento “stultitia” o tontería, refiriéndose a ese estado en el que no se termina de despertar ni de salir del sueño. Aun así, dicha fase ofrece una visión mucho más despejada que el ensueño, y permite afirmar que mientras dormimos nuestra naturaleza es mental (Hermann Hesse mencionaba que “los hábitos son nuestra segunda naturaleza”, así que quizás son nuestros hábitos el problema).

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Iblard Jikan

Esta formación de hábitos cerebrales o mentales, en ocasiones llamado que llamamos “yo” o conciencia, en muchas ocasiones asume el control total de nuestra vida e inicia un conflicto interno y externo. Este conflicto se da como una sensación de separación, sentir que por un lado estoy yo y por otro el mundo, que la naturaleza es una cosa y el hombre otra, que el cerebro desea cosas que el cuerpo no quiere y el cuerpo requiere otras que el cerebro no le permite. Tal puede que sea el estado actual de disociación que prohíbe la felicidad, la capacidad de mirar y reconocer la belleza, la verdad.

La disociación interna encuentra su espejo afuera, en la sociedad. Descubrir la ciudad mental interna es derrumbar simultáneamente la ciudad mental externa. Es así como se descubre insospechadamente que se vive en un una sociedad dominada por apetitos insaciables que la condenan a la frustración perpetua, la añoranza de un futuro abstracto e irrealizable no permite que nadie disfrute de lo que tiene embarcándose en la búsqueda de más y más, donde “la felicidad no consiste en unas realidades sólidas y sustanciales, sino en cosas tan abstractas y superficiales como promesas, esperanzas y seguridades” menciona Alan Watts.

A esto se le debe sumar la condición de esclavitud en la que se encuentran las personas que viven bajo procedimientos mecánicos, bajo un mundo de “abstracciones racionalizadas”, dedicadas a contar y medir, a repetir patrones que poco se relacionan con sus propios ritmos biológicos. Este estado de servidumbre a la máquina encuentra su alivio en la búsqueda constante de placeres fugaces, produciendo una sobre estimulación y excitación de los sentidos y los nervios. No es casual que la pandemia de estos tiempos sea el estrés y la neurosis, ya que se vive en una constante carrera por satisfacer las necesidades creadas por el cerebro terminando inevitablemente en un estado de frustración y ansiedad mayor:

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“Son cada vez más incapaces de un placer auténtico, insensibles a las alegrías más agudas y sutiles de la vida, las cuales son, de hecho, sencillas y ordinarias en extremo.” La Sabiduría de la Inseguridad. Alan Watts.

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Iblard Jikan

Así define Watts mi etapa anterior, como una “incapacidad de un placer auténtico”. En este estado no sorprende que no haya podido mirar ni reconocer la belleza frente a mis ojos. De tal manera nunca se le accede a la belleza, ni a la certeza de lo bello ni a la musa de todo el esplendor creado, ya que no era una mujer, sino un sueño. A cada latido, a cada catastrófico y devastador pulso, se develan frente a mí las figuras y los colores descubriendo, tal como mencionó Jorge Luis Borges, que “la belleza, como la felicidad, es frecuente. No pasa un día en que no estemos, un instante, en el paraíso.”

De esta manera volvemos a mirar, a contemplar que la felicidad es simple y clara, que el placer se encuentra al anonadarse en la majestuosidad de una montaña, en la caricia de un rayo solar, en la variedad de verdes de un bosque, en el dulce aroma de una piel, en el abrazo y el beso tierno, en la verdad que lleva como velo el dolor de nuestros hábitos mentales.

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"Que procedas del cielo o del infierno, ¿qué importa?,

¡Oh, Belleza! ¡Monstruo enorme, horroroso, ingenuo!

Si tu mirada, tu sonrisa, tu pie me abren la puerta

De un infinito que amo y jamás he conocido."

Charles Baudelaire. Himno a la Belleza.

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Iblard Jikan

Nota: Las imágenes seleccionadas son de la película “Iblard Jikan” (2007), del estupendo Studio Ghibli, película que pasea entre el impresionismo y el surrealismo, las cuales son tendencias que nos invitan a transitar estos umbrales oníricos de contemplación de la realidad.

¡Por el Amor a la Vida!

Divisor

Agradezco profundamente a los lectores, en especial a @aolivares por recomendarme el libro de Watts, a la comunidad de @apoloo1, a la comunidad de @theunion, @mosqueteros y @Steemfamilyhi por el apoyo. Gracias también a @cervantes por el impulso.