Los faros de las ventanas nos alumbran a media luz. No sé si fue agua potable o Ginebra, no sé si le sobraron botellas al vaso; lo que si sé, es que de deseos nos llenamos por dentro, nos llenamos como se llena el alcohol y nos comemos como pueden comerse los mangos pulposos, apenas caen del árbol.
La menos pensada, la siempre imaginada, la amiga que no se iba a dejar querer y que yo no iba a quererla, aquí nos tiene la Pandora y sus juegos. Bombones descubrí en tu vientre y entre rupturas, las decepciones y espejos rotos; caminamos en pétalos rojizos, en seguidilla y muy despacio, para sentir nuestros abrazos en complemento y abrasarnos hasta calcinar tantos pesares enemigos, antes que estos lleguen a los huesos y nos dejen así: solitarios y fracturados.
A esto le llaman ¿entrega? Antes que perdamos los nombres. Ven y sacúdeme las vendas, yo te sacudo los lentes para que me veas más bonito que un rey azul. Yo te resarzo los daños y las bajas en tu psiquiatría y estallo en besos cada neurona para que no me olvide, para que vuelva en sí y sino es suficiente para que vuelvas; te rebeso y rebeso.
Quítate la idea imbécil de decir que todos somos iguales, ¡no! Con todas las fuerzas para despertarte y execrarte todas las lacras, aquí me tienes guerrero y ganador de tus batallas.
De tus dedos a los míos las entrepiernas se acechan y se atrapan, se tocan cual tacto suave de fresas blancas nuestras lenguas. Se emapañan los vidrios ¿quién lo pensaría? Los placeres verticales, le hacen competencia a los horizontes que juntamos sin reservas.
La Geografía de recorrerte es tan corriente y común, si la comparamos con expropiarnos cada gota de pudor en nuestras venas. El erotismo y la pornografía se dan la mano con la pasión y la ternura; y así dos verdaderos amantes comparten estrellas y cabalgan poemas en clave de Sol. No sé si es la bruma o nuestros vapores, porque no logro distinguir el anochecer y el amanecer.