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La rosa enamorada

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Faltaban pocos días para San Valentín, una epoca que celebraba el amor puro e inocente de las almas afines. Sin embargo, también era un día de gran provecho para muchos comerciantes. Se vendían cientos de chocolates y flores, tantos que llegaban a no cubrir la demanda.

Por lo cual, aunque Kyle, no fuera el dueño de alguna florería, ganaba bastante bien siendo un humilde florista. Le encantaban todo tipo de flores, pero su debilidad eran las rosas. Le encantaban su rojo apasionante, la suavidad de sus pétalos y la fiereza de sus espinas. Su trabajo era cuidar todas las rosas, pero tenía su favorita. Desde el primer momento en que la vio, lo cautivó, era tan distinta a las demás y ni siquiera él mismo, siendo un experto, tenía idea de qué era tan diferente en ella.

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Hola, preciosa – dijo Kyle con dulzura a su rosa favorita, a la cual llamo Molly- Cómo te encuentras hoy?

Solía hablarle a menudo de sus dudas, miedos y esperanzas para el futuro. Tenía suerte que la zona de las rosas estuviera tan apartada en la florería, así que nadie lo escucharía, ni pensaría que estaba loco. Aunque él no lo sentía como una locura era tan fácil hablar con Molly. Siempre que lo hacía, por alguna razón se sentía tranquilo con respecto a cualquier problema. La trataba con tanto cariño, ya que había leído que éstas crecían más saludablemente con estímulos positivos, sin embargo solo probaba esta teoría en ella.

A solo tres días para San Valentin le compartió una gran noticia a su amiga y más grande confidente.

Molly, no lo vas a creer -acercó el pequeño banco, sentándose en él y empezando a cuidar delicadamente de ella- al fin he encontrado el anillo perfecto, pienso atarlo a ti y pedírselo el día de San Valentin a Aurora. Sé que suena un poco cliché, pero ya no puedo esperar más, es que la amo tanto. Ahora que lo pienso jamás te he hablado de ella. Es mi novia, llevamos dos años juntos, los mejores dos años de mi vida. Hemos estado un poco distantes últimamente, ya que... bueno, he tenido mucho trabajo y su trabajo tampoco ayuda. Es de jornada completa, por eso estoy tan emocionado con la idea de estar casado con ella. Ya no estaremos tan lejos y podré ver sus hermosos ojos al despertar.

Los días siguientes, Molly estuvo muy decaída. Sus pétalos estaban un poco caídos, su color un poco opaco, como si se estuviera marchitando, aunque tuviese el clima ideal y los cuidados necesarios para no hacerlo. Kyle estaba profundamente preocupado, se había desvelado en la florería intentando de encontrar una solución.

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¿Molly? ¿Qué pasa preciosa? Vamos, ¿Por qué no estás feliz? Te he amado fervientemente todos los días y te he cuidado con esmero, ¿Por qué estás así mi querida Molly? -su voz se quebró un poco- Por favor, te necesito…

Finalmente llegó el día de San Valentín y Molly se encontraba mucho mejor, estaba más radiante que nunca. Al llegar la tarde Kyle la tomó con cuidado y colocó un hermoso lazo rojo en su tallo, al cual ató un radiante anillo de compromiso. Se colocó su chaqueta y salió en dirección a casa de su futura esposa. Había engañado a Aurora diciendo que sería imposible que se vieran hoy, ya que era un día bastante ajetreado para cualquier florista. Sin más abrió el apartamento con la llave que ella misma le había otorgado. Una vez dentro del apartamento pudo divisar rápidamente varias prendas de ella repartidas por el piso. Pensó que era muy raro, siempre solía ser muy ordenada. Siguió con paso firme por el apartamento hasta que vio prendas de hombre en el piso del pasillo que conduce a la habitación. Su corazón se paró en seco, agudizó su oído. Murmullos venían de la habitación. Casi guiado por el dolor abrió la puerta de ésta. Su querida Aurora yacía desnuda y deseosa en los brazos de otro hombre. Apretó con fuerza a Molly y salió de aquel cruel lugar.

Las ganas de llorar eran insoportables y todo en la ciudad era sobre el amor. Subió a su auto y condujo hacia las colinas a las afuera de la ciudad. Caminó furiosamente hasta alcanzar la cima de una de ellas y sin más dejó escapar un grito de dolor. Molly aún se encontraba en su mano. En un ataque de furia la tomó salvajemente y empezó a arrancar sus pétalos. Se detuvo bruscamente al sentir una gota de agua caer de unos de los pocos petalos que ahora le quedaban. La miró extrañadamente, hacía horas que estaban fuera de la florería y el clima era muy seco. ¿Cómo es posible que tuviera agua aún? Se encontraba absorto estudiándola, cuando de pronto ocurrió.

Kyle, para, por favor, me lastimas –la voz provenía de la rosa. Asustado el pobre florista la lanzó lo más lejos que pudo, cayendo al suelo por el impulso.

Y contempló con asombro cómo la rosa se transformaba en una mujer, la más hermosa que jamás había visto en su vida. De una hermosa piel blanca, con su cabellera roja sedosa y brillante, y un vestido rojo con delicados pliegues que hacía juego con éste.

Siempre te he amado Kyle -sus ojos verdes, mostraban inocencia y miedo- me rompió el corazón que quisieras casarte con ella, pero lo que más me dolió es que ella te lo rompiera a ti.

El florista lentamente se reincorporó, aún mirándola estupefacto, y pensando en cómo podía ser esto posible miró esos hermosos ojos con pena.

Molly, mi querida Molly, lo siento… pero yo no puedo amarte, tú no eres real… -una delgada lágrima se paseó por el rostro de la ex rosa. Kyle dio la vuelta y empezó a caminar alejándose de ella.

Caminó por algunos minutos pero no podía sacar de su mente a Molly. Realmente era ella, nadie podría jamás entenderlo como ella lo hacía. Se sentía sumamente tentado a volver, no debaja de pensar en su piel, en sus labios, ¿Acaso también la amaba? Rápidamente giró y corrió en su dirección. ¿Qué importaba si no era lógico? ¿Por qué huir por miedo? Lo cierto era que estaba feliz de que su rosa amiga realmente existiera, estaba aquí, su Molly.

Llegó jadeante al sitio en el que la había dejado, cansado de tanto correr. Con una gran sonrisa la llamó, buscó en toda dirección. Pero no podía encontrarla, sintió mucho miedo de haberla perdido para siempre. Decidió dar un paso con la firme intención de seguirla buscando, pero notó que pisó algo.

Al mirar al suelo, la vio, una rosa completamente marchita… Su querida Molly

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Autor: @bridareiven

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Espero que en verdad disfrutaran la lectura de esta humilde historia. Me inspire el día de San Valentin, al ver pasar un chico con una rosa, luego de eso pase algunos días madurando la historia en mi mente y finalmente aquí está.

Estoy esperando leer sus lindos comentarios y saber su opinión.

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Muchas gracias por leer!

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