Aunque el corazón de aquella mujer era amplio y bondadoso para albergar el más sublime y bello sentimiento por sus hijas, siempre por igual, ni más ni menos, nunca había pasado ningún momento tan amargo como el vivido esa noche.
Antes de ir a la cama como de costumbre y después de terminar la rutina, aún las hijas de aquella mujer deseaban continuar y no descansar, lo que ella nunca se imagino fue que todo el cansancio acumulado del día le jugaría un mal momento.
Si lo hizo, aquella mujer hirió a una de sus pequeñas hijas con el más duro de los castigos (LA PALABRA), un NO TE QUIERO arrastrado por el impulso, totalmente fuera del contexto y lleno de irracionalidad.
No había terminado de hablar cuando los ojos de su hija comenzaron a lagrimar, gracias a Dios pudo reaccionar y entender que había hecho mal.
Sin dudar un segundo pidió ayuda con su otra hija apenas un bebé que no paraba de llorar, tomó a la niña herida en sus brazos y a su pecho la llevo a descansar, susurrándole al oído (DISCULPA A MAMÁ, TE AMO INFINITAMENTE, NO TE VOLVERÉ A LASTIMAR).
Sólo fueron minutos que parecieron eternidad, al cabo de poco tiempo ambas hijas de aquella mujer dormían en total tranquilidad.
Aquella mujer sólo le quedó de aprendizaje NUNCA MAS HERIR A QUIEN DICES AMAR, medir el impacto de sus palabras, escribir un poco y también irse a descansar.
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Espero alguien, se haya sentido identificado y estas líneas sirvan para la reflexión.
Gracias por visitar mi blog @anirak, hasta una nueva oportunidad.