Yuval Noah Harari: sobre los lujos y las necesidades

¿Qué entendemos por "lujo"?

Todos estamos acostumbrados al término "lujoso" y lo usamos constantemente. Cuando nos referimos a algo como un lujo, hablamos de cosas costosas, muy llamativas y en el fondo, prescindibles. Básicamente, un lujo es algo que cuesta mucho dinero y que realmente no necesitamos. Sé que no es una definición totalizadora, pero coincide con la forma en que la mayoría entendemos y usamos el término.

Ahora bien, la realidad es muy cambiante y puede que, con el tiempo, lo que solía ser un lujo, de pronto sea asimilado como algo normal. A mediados del siglo pasado, sólo unas pocas personas tenían un televisor y a principios de los noventa tener un teléfono móvil era escaso y para la mayoría, innecesario. Sin embargo, en la actualidad, ambos son aparatos cotidianos que casi todos poseen o han poseído. En la gran mayoría de las casas hay, por lo menos, un televisor (un Smart TV con acceso a plataformas de streaming y opciones inimaginables hace algunos años) e incluso hay personas que poseen más de un teléfono móvil. Pero este hecho, no es propio de nuestros tiempos. En su libro De animales a dioses, una historia de la humanidad desde los albores del mundo, Yuvaal Noah Harari lo sintetiza perfectamente:

"Una de las pocas leyes rigurosas de la historia es que los lujos tienden a convertirse en necesidades y a generar nuevas obligaciones. Una vez que la gente se acostumbra a un nuevo lujo, lo da por sentado. Después empieza a contar con él. Finalmente llegan a un punto en el que no pueden vivir sin él."

Basta con observar un poco los hábitos humanos (hablamos del hombre como especie, más que como individuo) y nos daremos cuenta de que efectivamente, los lujos de ayer son las necesidades de hoy, ya que como dice la frase citada "Una vez que la gente se acostumbra a un nuevo lujo, lo da por sentado". Intenten imaginar su vida cotidiana sin su smartphone. No me refiero a dejarlo en casa unas horas, sino a no contar con él, a no tenerlo en ningún momento, ¿no sienten inmediatamente un vacío, una especie de sinsentido? Y sin embargo, millones de personas en el mundo no poseen un teléfono inteligente y no se han muerto por ello.

Esto me lleva a otro punto: los lujos se convierten en necesidades no sólo por causa del tiempo, sino también por el factor económico. La mayoría de nosotros hemos tenido momentos altos y momentos bajos en nuestras finanzas y cuado atravesamos estos últimos prescindimos de cosas que parecían ser indispensables en nuestra bonanza económica. De pronto, ya no salimos a cenar en un restaurante una vez a la semana, o bajamos el plan de internet, tomamos menos taxis y más el transporte público, etc., todo porque nuestra realidad nos lleva a reconocer que hay cosas que no son tan necesarias, se puede vivir sin ellas: son un lujo. Pero basta que nos encontremos de nuevo en la cima para que busquemos mejorar nuestras condiciones. El sofá de siempre se hace obsoleto. Funciona igual, pero queremos uno más grande, más nuevo, en cuero. Y somos sólo cuatro personas en casa, pero queremos tener 2 o 3 juegos de vajilla, decenas de copas, para los invitados y para las cenas especiales. Y el smartphone de 128 gigas ya no es suficiente, la memoria está copada y necesitamos uno con mayor capacidad porque.. ¿me siguen?

"...objetos que acabarán arrumados..."

Mi planteamiento no es criticar este tipo de comportamiento. La gran mayoría de nosotros poseemos recursos limitados para necesidades ilimitadas y tenemos la inclinación natural de suplirlas en la medida de nuestras posibilidades. Hablamos de "darnos un capricho de vez en cuando", de cómo "la vida es una sola" y "la plata se gasta, pero el indio se divierte". El punto sobre el cual quiero llamar la atención es en la manera de enfocar estos lujos, sin confundirlos con necesidades, porque si nos confundimos, vamos a terminar coleccionando un montón de objetos que acabarán arrumados en el sótano o en el garaje. Puede parecer una trivialidad: o sea que me estás diciendo que me puedo comprar un segundo smartphone si quiero, pero es mejor que no me diga que lo necesito, ¿es eso? Bueno, más o menos.

El fallecido José Saramago escribió una vez "Las palabras no son inocentes". Muchos especialistas de PNL coincidirían con él, también muchos seguidores de cultos new age y defensores de teorías sobre la ley de la atracción, etc. Nuestra forma de concebir el mundo, de nombrarlo, nos afecta. Aunque a primera vista sea lo mismo, no es igual que un padre de familia, cansado al final de la semana, diga que necesita una cerveza y se compre un sixpack, a que, reconociendo su deseo, quiera cumplirlo, sin verlo como una obligación. La diferencia se verá sobre todo en la carencia, cuando falte eso que necesitamos, generando insatisfacción y frustración por cosas que, en el fondo, no son indispensables.

Les invito a analizar su condición personal y revisarse, ¿cuántos lujos tenemos? ¿qué cosas que creo necesarias realmente lo son? No les estoy diciendo que echen a la basura su freidora de aire, o que boten sus teléfonos celulares y se vayan a vivir al campo; la invitación es a que tomen una postura más consciente de que la gran mayoría de las cosas que tenemos son sólo eso: cosas, objetos circunstanciales que cumplen una función, pero que son accesorios a nuestra persona, a nuestra esencia. Si no logramos identificar lo que es verdaderamente necesario y no conocemos y cultivamos nuestro ser, acabaremos coleccionando aparatos, objetos, trastes, para llenar un vacío inmaterial y las cosas que poseemos acabarán poseyéndonos.

H2
H3
H4
3 columns
2 columns
1 column
4 Comments
Ecency