Olga Tokarczuk: la quietud y el movimiento

La escritora obtuvo el Premio Nobel de Literatura 2018

Cuando la polaca Olga Tokarczuk fue galardonada con el Premio Nobel de Literatura 2018, la mayoría de los lectores de este lado del mundo nos preguntamos ¿Olga quién? Su obra no es muy extensa y no había sido tan difundida en el mundo de habla hispana, mucho menos en latinoamérica. Sin embargo, a raíz del Premio Man Booker Internacional que obtuvo por Los errantes, la editorial española Anagrama inició la difusión de su trabajo, al que se suma la reciente edición de Un lugar llamado antaño, después deconcinca la obtención del Nobel.

Tuve la oportunidad de leer Los errantes, uno de los libros más deliciosos con los que me he topado en los últimos años. Es novela, es cuento, son historias, cartas, anécdotas, reflexiones, es difícil determinar el género de este libro híbrido que sin embargo trata, en todas sus variantes, un único tema central: el movimiento. Viajes cortos, largos, en avión, en ferry, en bus, en tren, a pie, viajes literales, viajes en el tiempo, viajes al centro de la persona, viajes en la conciencia, el libro es en verdad un monumento a los viajes y al movimiento. Pero también a su opuesto: la quietud. En un mundo de dualidades, los conceptos se comprenden mejor si los analizamos con sus contrarios. Luz y oscuridad, día y noche, vida y muerte; en este caso es el movimiento, el flujo de las cosas y del tiempo vs. la quietud, lo asentado, lo estático. Con respecto a esto último, Olga escribe:

"Todo lo asentado retiene: casas, camas, sillones, familias, terruños, el sembrar, plantar y estar pendiente de su crecimiento. Hacer planes, esperar resultados, consultar horarios, vigilar el orden".

Es cierto que todas estas cosas son propias de una vida sedentaria, reposada, enraizada en algún lugar, ¿cuántos de nosotros no soñamos con formar un hogar, comprar una casa, tener una familia y un trabajo estable? Es uno de los mayores sueños de la sociedad moderna. Y aunque uno se vaya de vacaciones un par de semanas en el año, Olga tiene razón, "todo lo asentado retiene".

Y no se trata de la opinión de una escritora. Se trata de una verdad evolutiva. En su libro De animales a dioses, Yuval Noah Harari cuenta que las primeras tribus de sapiens eran nómadas y omnívoras: caminaban y comían lo que se encontraba por el camino. Eso hacía que vivieran con pocas cosas y que su dieta fuese rica y variada. Hasta que llegaron los cultivos y el arado. La revolución agrícola le permitió (¿o lo empujó?) al hombre no tener que desplazarse para obtener alimentos durante todo el año. Cultivar la tierra, sembrar, cosechar, fueron actividades que luego dieron origen a asentamientos y con el tiempo se comenzaron a formar las primeras ciudades y se estableció la vida en sociedad. De estos asentamientos vinieron muchos progresos futuros, pero también se resintió la alimentación de los sapiens a quienes ahora les bastaba con algunos pocos frutos que sembraban y unos pocos animales domésticos que criaban. En fin que, tras la revolución agrícola, los seres humanos dejaron de moverse. Pasaron de nómadas a sedentarios.

Las tribus nómadas parecen anacrónicas

Hoy día el sedentarismo, el establecerse, asentarse, es lo normal. Las tribus nómadas parecen algo de otra época y las personas que escogen este tipo de vida son vistas como gente rara, ¿quién quiere pasarse la vida yendo de aquí para allá sin un lugar al que pueda llamar propio? ¿quién puede ser feliz sin tener un lugar al cual volver, una casa, una familia, un sitio en donde echar raíces? Pues, también hay personas así.

Personas que en vez de raíces, tienen alas; que en lugar de un rincón al cual volver, les gusta ir de un lugar a otro sin parar dos veces en el mismo; son nómadas modernos. Algunos lo hacen porque tienen las posibilidades económicas y no dependen de un sueldo, pero otras lo hacen sin disponer de tantos recursos, o incluso sin necesidad de desplazarse viven una vida en la que buscan no aferrarse a las cosas, no atarse, no asentarse, una vida que ellos consideran verdaderamente libre, sin estar sujetos a ningún objeto ni ninguna persona. Lo que todos tienen en común es que parecen seguir el mandato que dicta uno de los personajes de libro de Tokarczuk:

"Muévete, no pares de moverte. Bienaventurado es quien camina"

Teniendo a estos dos grupos, los quietos de un lado, sedentarios, con raíces y lazos fuertes que los mantienen en un lugar; y a los nómadas en el otro, esos que desean una vida sin ataduras, una existencia en la que el movimiento es la ley, ¿con cuál grupo te identificas más? Los leo en los comentarios.

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