Michel de Montaigne y la confianza en la bondad

¿Por qué a veces nos cuesta confiar en los demás?

El pasado fin de semana me encontraba revisando los estados de whatsapp de mis contactos en el teéfono y - como siempre - abundaban las fotografías de familiares, platos de comida, lugares, frases divertidas, videos graciosos y alguna que otra reflexión, breve y trillada. Sin embargo, me sorprendió encontrar allí la frase de un personaje que no es muy conocido por la mayoría de las personas y por eso quise compartirlo con ustedes.

Michel de Montaigne fue un filósofo francés, escritor, humanista y moralista del Renacimiento, autor de diversos ensayos de gran importancia dentro de la filosofía y creador del género literario conocido en la Edad Moderna como ensayo. Ha sido calificado por muchos como "el más clásico de los modernos y el más moderno de los clásicos". Reverenciado por algunos y criticado duramente por otros, habría que leer sus ensayos para poder tener una idea más clara y objetiva de su pensamiento; sin embargo, para dar una muestra les compartiré esto que dijo una vez, considerando que su fin era "describir al hombre y en particular a mí mismo [...] y hay tanta diferencia entre mí y yo mismo como entre yo y otro". Se trataba de un pensador en toda regla. Por eso me sorprendió gratamente toparme con una frase suya en el whatsapp y aún más que fuese precisamente esa frase, la cual considero materia exquisita para reflexionar. A continuación se las comparto:

"La confianza en la bondad de otro es gran testimonio de la bondad propia"

.

La frase la pueden leer en internet con distintas traducciones, pero escogí esta porque me pareció que expresaba mejor el punto. Muchas veces hemos oído "piensa mal y acertarás", "no seas ingenuo" o alguna otra advertencia sobre cómo hay que andar por la vida atentos porque en cualquier esquina hay una persona que nos puede hacer daño; es más, en cada esquina hay alguien que está esperando hacernos daño. Aunque se trate de frases que buscan ponernos alertas para que nos cuidemos, acaban siendo inducciones a la Desconfianza, así con mayúscula, en el género humano. Si se nos repiten estas palabras lo suficiente, acabamos por entender el mundo como una jungla de cemento en donde imperan las leyes salvajes del aprovechamiento y todo se reduce a "comer, o ser comido". En pocas palabras, es como si nos educasen para desconfiar de las personas y las experiencias adversas en este tema ayudan a reforzar esa idea. No es fácil combatirlo porque por lo general son ideas que nos inculcan desde muy pequeños y se arraigan profundas en nuestro ser.

De allí que me parezca tan propicia la frase del filósofo francés que muestra esa confianza y tácitamente la desconfiaza en el otro como un reflejo del propio ser. Como me han herido, no confío. Como creo que me harán daño, no confío. Como me enseñaron que las personas se quieren aprovechar de mí, entonces no confío en nadie y por eso cuando alguien se acerca a ayudarme, lo dudo, la suspicacia le gana la partida a la duda y comienzo a sospechar que hay una agenda oculta porque no es normal que alguien quiera ayudarme desinteresadamente. No vemos la mano amiga del prójimo porque cerramos los ojos a la bondad ajena y de manera indirecta estamos diciendo "debe querer más algo porque es lo que yo haría"; entonces al desconfiar del otro, confesamos nuestra poca confiabilidad.

Por el contrario, la persona que confía en el otro demuestra poseer una gran bondad y es gracias a esa bondad que cree en el prójimo, que piensa que el otro puede ser bueno también. Es más, cuando le dicen "piensa mal y acertarás", él prefiere equivocarse. Son estas personas las que poco a poco nos reconcilian con el mundo. Quizás se equivoquen y resulten heridos por depositar esa confianza en elementos cuestionables, pero esa herida no les impedirá volver a confiar en los demás porque la fuerza de esa fiabilidad no está en el otro sino dentro de sí mismo: como yo ayudo a los demás de forma desinteresada, como yo puedo extender mi mano a un extraño, acepto esa mano desconocida que se acerca a mí en momentos difíciles. Algunos creerán que no es inteligente, pero creo que es una manera más hermosa de enfocar la vida: creyendo en el otro. Se puede cultivar la bondad, tomar la decisión de ser bueno con los demás y de creer que ellos también quieren ser y son buenos conmigo, de esa manera la vida, el mundo y la convivencia con los demás resulta mucho más hermosa y gratificante.

Reseñado por @cristiancaicedo


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