Debido a la extensa crisis que ha dejado la pandemia actual, Andrés se vio obligado a cambiar de trabajo y con lo que le dieron de liquidación compró un taxi.
En su primer día de trabajo como taxi, estaba muy ansioso y nervioso ya que toda la vida había trabajado de una sola cosa. Ya cuando estaba a punto de devolverse a su casa presa del miedo, un pasajero le solicita una carrera.
El chico se monta en la parte trasera y le indica la dirección hacia donde iba. Como a los 10 minutos de recorrido, el pasajero le toca el hombro al taxista para hacerle una pregunta. En ese momento, Andrés grita, casi choca con un camión, pierde el control del auto, se sube a la acera y por poco atropella a unos transeúntes.
Todo queda en silencio hasta que Andrés le dice al chico: Mire amigo más nunca vuelva a hacer eso, casi me muero del susto. El pasajero lo mira incrédulo y le dice: discúlpeme, es que le toqué el hombro porque quería hacerle una pregunta. No pensé jamás que se fuera a asustar por eso.
Es que es mi primer día de trabajo como taxista, le responde Andrés. ¿Y cuál era su anterior trabajo? Le pregunta el pasajero.
Chófer de carroza fúnebre.
