El otro
Nadie sabe desde cuándo los gemelos comenzaron a engañar a la gente, desde cuándo dejaron de ser diferentes. Solo recuerdan que una vez hicieron público, en forma de triunfo, que habían estado usurpando uno el puesto del otro y que en aquella estafa no solo habían caído conocidos y amigos, sino hasta la familia y las novias de cada uno de ellos. Aquello, por supuesto, causó rabia entre los allegados, pero también algo de miedo.
Un día, en una cena familiar, los gemelos llegaron vestidos y arreglados de la misma forma. Como si uno fuera el reflejo del otro y dos gotas perfectas de agua, gestualizaban y modulaban las palabras del mismo modo como si estuvieran frente a un espejo. Los presentes, más que maravillados, parecían horrorizados al ver que no lograban diferenciarlos. Aquel día, los gemelos comenzaron una nueva etapa de aquel juego macabro : entre ellos mismos pusieron en duda que fueran dos, diferentes.
Desde aquel momento nadie supo nunca más quién de los gemelos iba o venía, quién estaba o se quedaba. Dicen que ellos mismos tampoco lo sabían o lo ocultaban. A veces intercambiaban miradas cómplices, otras veces la mirada era la de un enemigo que quiere anular al otro.