Concurso de cuento navideño para niños: Anthony el ratón

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Érase una vez un ratón curioso. Este animalillo caminaba por una casa que no era suya royendo todo lo que encontraba a su paso. Si se daba de frente con la pata de una mesa la mordisqueaba hasta quedarse tranquilo y luego continuaba su camino a toda prisa escondiéndose de rinconcito en rinconcito. Y lo mismo con cualquier otro mueble u objeto. En una ocasión casi se confunde y mordisquea el pie de la dueña de la casa. Gracias a que esta no le vio y él se dio cuenta a tiempo para escapar y refugiarse otra vez.
Cada noche esperaba a que todos se fueran a dormir para salir a disfrutar de aquella mansión para él solo. Subía al sofá, paseaba por la cocina en busca de migas, se tumbaba sobre los cojines, se limpiaba con las gotitas que quedaban en el lavamanos e incluso se sentaba cerca de la chimenea ya apagada para aprovechar el calor que aún desprendía. Vivía estupendamente.
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Anthony, que era como se llamaba este ratón, llevaba unos días viendo aquella casa diferente y a aquellas personas más activas de lo normal. Habían colocado objetos brilllantes y bonitos por todo el hogar, pegatinas de nieve en las ventanas e incluso un árbol dentro de casa. Al principio le había parecido extraño, pero luego pensó..."Cosas de humanos".
Una de esas noches en las que Anthony esperaba que todos se marcharan a sus habitaciones, se sorprendió cuando eso no pasó. El cielo ya estaba oscuro y ahí seguía toda la familia frente a la mesa. Había incluso personas nuevas a las que nunca había visto.

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Al principio esperó observando todo desde una esquinita. Después de mucho rato Anthony no pudo más. Le rugían las tripas y se moría de ganas de investigar la cocina. Todos en la mesa conversaban y cantaban alegremente. Entonces el ratón hambriento y confiado se creyó capaz de atravesar el comedor y entrar en la cocina en busca de sobras desperdigadas por el suelo.
Cogió impulso y echo a correr sin mirar atrás. Estaba a punto de cruzar el marco de la puerta para llegar a su destino cuando de repente notó que algo le levantaba por la cola. Estaba moviendo las patas en el aire, correteando sin sentido pues sus pezuñas ya no tocaban el suelo. Se asustó.
Al instante notó bajo sus patas un suelo blando e inestable. Era la mano del pequeño de la familia. Miró hacia atrás y vio que un rostro con gafas le miraba fijamente.
Anthony asustado se quedó paralizado reflexionando en lo irresponsable de su acto. Pensaba en las cosas malas que podrían sucederle ahora que le habían descubierto.Y en esto estaba cuando vio que aquel joven le acercaba un enorme trozo de queso. Anthony al principio no se atrevió a cogerlo, pero después de unos minutos se dio cuenta de que nadie quería hacerle daño, sino todo lo contrario. Estaban compartiendo la Navidad con él.
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Fotos: Unsplash

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Ecency