Frío, sueños/ Extraño Concurso No 12.

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Mis ojos se fueron apagando lentamente, mi corazón se fue deteniendo a paso lento, y sentía como mis sentidos iban desconectándose de mis órganos sensoriales.

Sin más, caí en el sueño más profundo de todos mis sueños, un sueño, donde me enviaron a otro sueño, sí, estaba en otro sueño.

En este estaba reposado sobre una cama hecha del plumaje de un ave blanca, o al menos eso fue lo que percibí en el único momento en que pude abrir mis ojos.

Acostado, sentí como un fría indescriptible iban paseando poco a poco por mis órganos, quizás fue eso lo que sentí antes de caer en la cama.

Pero este frío era diferente, estaba acostumbrado a sentir el frío que proviene del exterior, que comienza por los pies o por la cabeza, pero éste era totalmente distinto.

Brotaba de mí, desde mi interior, y este iba congelando todas las cosas que hacían posible que pudiera mantenerme vivo, quizás era eso lo que sentí antes de quedarme dormido.

Quise levantarme de la cama, pero no pude, quise hablar, tampoco pude, quise decir algo, más casi todo estaba desconectado dentro de mí, solo era a voz de mi conciencia y yo.

Pude entreabrir mis ojos, y en eso pude ver a una mujer, o al menos eso aparentaba.

Su silueta como una montaña, parecía tener el pelo liso, y hoyuelos en sus mejillas, y a simple viste, era alta.

—¿Qué haces en mi sueño humano? Me preguntó.

—¿Humano? ¿Qué hago en sus sueños? — Me pregunté.

Quise hablar o responder, más mis labios estaban pegados el uno al otro, mi garganta estaba cerrada, ni siquiera podía hacer un gemido o musitar algo. A su vez, sentía como el frío que salía desde mí, iba recorriendo todas las partes de mi cuerpo.

—¿Qué haces en mis sueños, pequeño humano? ¿Qué te trajo hasta aquí? — Volvió a preguntar.

—¡Qué rayos! Yo no estoy en tus sueños, eres tú quién está en el mío—

Inaudible era mi respuesta, y lo supe, pues ella seguía acercándose cada vez más.

Sus ojos eran radiantes, aunque no percibí más de ella, pues su cabello comenzó a brillar tan fuerte como el sol, que hizo que fuera cerrando los ojos, o al menos lo que había logrado abrirlos.

—¿Qué haces aquí Damián, porque tardaste tanto en llegar? Llevo tantos soñándote que por fin has llegado —

Mis manos comenzaron a temblar, y mi corazón, latía lo más rápido posible, aunque casi ya no podía por el frío que seguía imposibilitando hacer algo.

¿Quién era esta mujer? ¿Por qué me llama como mi padre? ¿Por qué dice que lleva tiempo esperándome?

No podía mover nada de mi cuerpo, estaba desvalido allí, pensando que clase de sueño era ese, que era lo que estaba pasando en el otro sueño, que era lo que sucedía.

Ella se acercó un poco más a mí, sentí el frío que brotaba de su aliento, casi igual al mío, pero el de ella venía mezclado con un olor a mirra, algo que a papa le encantaba.

Posó su mano sobre mi muslo, y su otra mano la colocó justo en el medio de mi pecho, extrañamente esa era la posición que tomaba mi madre cuando cantaba canciones de cuna antes de ponerme a dormir.

Su mano comenzó a penetrar mi pecho, en un segundo, se detuvo mi corazón, se agotó mi aliento, y sentí como suspiré debido al dolor que sentí, aunque era poco por el frío que había estado insensibilizando mi cuerpo.

Susurro a mi oído:

—Ya sé por qué estás aquí pequeño. Deseaste tanto verme, que has hecho lo posible por verme, aunque sea en un sueño. —

Mis labios se despegaron el uno del otro, quise decir algo, pues no entendía nada en absoluto de lo que estaba sucediendo.

—Shh, no digas nada aún pequeño, debes ser paciente. —

Sacó de mi pecho su mano, vi como tenía mi corazón en ella, y como este latía a duras penas.

Era esa la razón por la que sentía que el aliento me faltaba, aun así, me preguntaba porque seguía respirando si el corazón no estaba dentro de mí, o porque seguía pensando.

—Por ahora Damián, tendrás que regresar, pero nos volveremos a ver nuevamente. —

Tan pronto volvió a colocar su mano dentro de mí junto con ella a mi corazón, sentí como recobraba el aliento y las fuerzas, aunque aun estaba postrado en la cama.

Cuando abrí los ojos también pude despertar de ese sueño.

Mis ojos llenos de lágrimas y mis manos temblorosas daban indicio de que lo que había sentido era verdad.

Aun así, cuando desperté, noté que no había despertado en el mismo lugar donde me había acostado.

Esta vez, salí de lo que parecía un lugar encumbrado, ubicado en una montaña llena de grandes árboles de aceite.

Soplaba un viento del Norte, tan frío que era casi imposible salir sin algo de ropa.

—No vayas a salir sin antes ponerte el suéter que tejí para ti pequeño— Escuché tras de mí.

La voz se asemejaba a la de la mujer que me hablo en el otro sueño, pero esta se veía un poco mayor, sus manos y su cara con arrugar así lo dejaban en evidencia.

—¿En dónde estoy? Le pregunte algo indeciso.

—Estás en el lugar que tu querías estar— Respondió.

—Por un…—

—Shh, acá no puedes decir malas palabras querido, sal y diviértete un poco—

Yo no quería estar en ningún lugar, solo quería volver a estar en mi sillón, junto a la película que no había terminado de ver, y tomando mi cerveza.

De pronto, todo quedó en silencio. Mire a mi alrededor, y vi como la mujer que me habló, ya no estaba en la casa o lo que fuera el lugar estaba.

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Salí corriendo del lugar, tomé el suéter que ella tenía, que extrañamente tenía el mismo logo de la compañía que mi padre tenía.

Descalzo y con pocas fuerzas, el frío del lugar comenzó hacerme efecto.

Había escuchado una leyenda de lo que el exceso de frío podía hacer a quienes se exponían a él.

Me quité la camisa y el suéter, corrí como loco buscando la respuesta del porque todo esto.

Tan pronto mire a mi alrededor, note que en el lugar solo había 2 mujeres, la mujer con cabello radiante y la mujer que había estado en el lugar antes de salir.

Ambos me miraron fijamente, y repitieron la misma frase que habían dicho,

—No corras pequeño, que bueno que llegaste para quedarte. —

Por Ismael D. Rodríguez

Esta en mi entrada al concurso propuesto por el amigo @saulos, que agradezco el apoyo que ha dado a los amigos hispanohablantes

Las imágenes fueron proporcionadas por @saulos


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