El Misterio de lo silvestre.

¡Hola amigos! ¿Cómo se encuentran? Espero hayan pasado un reconfortante y relajante fin de semana, que hayan podido celebrar el Día del Padre acompañados de sus seres más queridos, entre ellos, por supuesto, su padre. Y para quienes extrañamos aún poder darle un abrazo a nuestro Papá, hoy y siempre, que su amoroso recuerdo les haya servido para rendirle los honores que merecen, ganados a través de sus cuidados y enseñanzas. En fin, ganados a través de su amor.

Hoy quisiera traerles algo de la belleza que encuentro, de vez en cuando en el jardín, fruto de la llegada de las lluvias cuando crecen espontánea y silvestremente. Además de imponer un horario para mostrarse: abren en la mañana y cierran, nuevamente, en la tarde. Te hablo de la Yuquilla o Jaquita (Ruellia tuberosa).

Como te decía, es una planta silvestre que no sólo aporta su belleza para dar vida y alegría al jardín con el colorido de sus flores moradas, además, a pesar de su humilde apariencia, ha sido objeto de investigaciones por sus virtudes medicinales.

Al crecer de forma silvestre, no reclama muchos cuidados, más allá de evitar su propagación en áreas donde no las desees, lo cual realiza por medio de sus frutos que son cápsulas de semillas que produce en abundancia.

Entre las diversas propiedades medicinales que se le atribuyen, por ejemplo, a sus hojas están: antidiabética, antioxidante, antiinflamatoria, antihelmínticas y analgésica. Y son virtudes encontradas, no sólo por el uso de la planta en la medicina popular sino, además, por hallazgos de investigaciones científicas.

Y sí, tenemos pues, que las plantas silvestres nos esconden sus misteriosas cualidades tras su encantadora belleza. Llegan casualmente a nuestros jardines y pueden parecernos que son simplemente hierbas que crecen fuera de la planificación de especies que queremos cultivar y, eventualmente, nos sorprenden cuando descubrimos sus secretos. Por el momento … ¡Disfrutemos de su belleza!

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