La corrupción en Venezuela es un cáncer viejo, lo nuevo es el descaro con que roban los políticos actuales, aprendieron a hacerlo de frente, sin máscaras y hasta crearon amigos y alianzas internacionales para apoyarse, para sostenerse en el poder.

     Hace veinticuatro años que estamos en esto en Venezuela, pero no estamos descubriendo lo peor, no, lo estamos aceptando como algo normal, me refiero al venezolano de estrato social pobre, que por supuesto somos la mayoría, el buhonero, el agricultor, el comerciante, el maestro, el obrero; y quizá lo vemos como normal porque los intentos por sacar al gobierno han fallado, porque se han encargado de controlarnos funcionalmente usando el miedo, generando escasez en los servicios básicos y en muchos otros, y luego, culpando a los demás con la intención de crear, a partir de ese discurso de guerra económica, políticas populistas como las bolsas de comida, los bonos, los combos X y con ello se venden como los salvadores del pueblo.

     Veinticuatro años en lo mismo, dicen muchos, y muchos de esos son los mismos que se siguen haciendo los pendejos porque refunfuñan, pero siguen apoyando a Maduro y sus secuaces en nombre de la santidad de la izquierda, los mismos incapaces de aceptar que se puede elegir otro presidente o presidenta, que electoralmente podemos arruinarle la fiesta a los corruptos que ocupan Miraflores.

     Si están de acuerdo, recuerden que hay que dejar de refunfuñar y empezar a creer que merecemos un mejor país, creer que podemos con el voto, con la fe, con la esperanza, con la voluntad, con el coraje, salir del socialismo y hay que hacerlo por nuestros hijos, porque sólo han visto el lado pobre del país, el miserable, el de la corrupción, el de la cola, el de la escasez, y porque a los hijos de ellos los estamos condenando a ver lo mismo, a vivir en la misma miseria.