La vida es tan corta… nadie sabe el día ni la hora en que llegará el momento de separarse de nuestro cuerpo.
Desde el momento en que llegamos a este mundo comienza a andar el reloj de nuestra vida, ese que cuenta uno tras otro nuestros días, el que se detendrá el último día, el de nuestra muerte.
Y ese reloj está continuamente andando en este momento. Y nos preguntamos, ¿estaré apenas en el comienzo, por la mitad, o cerca del final de mis días? Probablemente ya he recorrido la mitad de mi viaje…
La muerte hace una separación de todo, es una despedida a los honores, a tus amores y anhelos, a la familia, a las amistades, a lo material, un adiós a todo.
Y ese día en el calendario sólo Dios lo conoce.
Nos preparamos para un examen, nos arreglamos para alguna celebración, para un viaje. ¿Y para el momento en que he de pasar a la eternidad? ¿Estoy preparado?
A veces entendemos lo que es realmente la vida, en una enfermedad.
¿Qué es para ti la vida y el tiempo?
Dicen que el tiempo es dinero. Que el tiempo es placer. Pero para mí, el tiempo es el Reino de Dios, y una feliz eternidad. Todo lo demás viene por añadidura.
En la Palabra de Dios existen dos pasajes que marcan la diferencia de una vida con propósito, y quiero compartirlos en este momento:
Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. Mateo 6:33.
Si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.
Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. Romanos 10:9-10
Luchemos a favor de nuestra vida. A vivir dignamente, aprovechando cada día para ser felices.
Entrega tus cargas a Dios y pon tu mente y pensamientos en libertad. La mente libre VIVE cada instante percibiendo cada detalle, examinando todo y reteniendo lo bueno para sí.
Cada paso en tu vida, hazlo con seguridad, acéptate y ámate tal cual eres. Y ama a los demás tal como son. No pretendas cambiar a nadie.
No intentes cambiar al mundo pues todo está en las manos de Dios, y Él lo sabe.
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