#IntroduceMyself | Despegando del panal al musical

Tengo afición por la música y por el teatro musical, pero así no comienza esto... Ya va, ya va!


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Michael Velasquez, aunque a veces me llaman sólo Mike. (Realmente no, mi nombre está súper mal escrito legalmente, pero eso ya se los escribiré en algún otro post).

Nacido en un pueblo llamado Naguanagua, en alguna parte de Valencia - Venezuela, e inmediatamente traído a la Capital del país donde me he mantenido por el resto de mis días.

Aunque...

Cuando cumplí los primeros cuatro años de mi vida, mis padres optaron por ser bastante inteligentes e irnos a vivir a Kansas City, un “pueblo” bastante grande en USA. El asunto es que me mantuve yendo y viniendo durante algunos años, y en mi mente ya pasaba la idea de que yo también era gringo. Sin embargo me bajaron de esa nube rapidito, porque luego de uno que otro problema de papeles, mis papás decidieron volver, y no regresar -o al menos no a vivir.

USA: 1
Mike: 0

El punto es que, en aquel lugar había logrado graduarme de preescolar (sí, era en inglés), sin embargo, al regresar a Venezuela, tuve que cursar todo de nuevo. Así pasaron los años: entre confusiones de lenguaje, enamoramientos tontos, unos padres incomprensibles, equipos de deporte obligados y algunos kilos de más.


Al final terminó llegando la adolescencia, y con ella, miles y miles de inconformidades, problemas e inseguridad. Y como todo gordito de la infancia, me hacían bullying, y esto me llevaba a sentirme mal por mi cuerpo, me disgustaba ser rechazado, y hasta yo mismo me rechazaba (sentido lógico en las patas, pero bue...).

Pasé después por una etapa un poco oscura llamada “Descontrol alimenticio”, y aunque no quisiera indagar demasiado en eso, bajé de peso de una manera descontrolada y poco sana... MUY poco sana, la cual me hizo mucho daño, tanto física como emocionalmente.
El colegio de por sí, ya llevaba algún tiempo siendo uno de mis lugares menos preferidos, más allá de todo los problemas con los que me hizo lidiar, era porque, nada de lo que estaba aprendiendo allí sentía que funcionaría en mi vida adulta, y se produjo una incógnita nueva: “¿Y entonces que debería aprender para mi vida adulta?", "¿Qué me gusta?” Y pues, la respuesta estuvo más que clara siempre, aunque quizá por la miopía no lograba verla bien.

Cantar, bailar, actuar, todo eso junto.

Desde muy pequeño siempre me dejaba llevar por la música que escuchaba, gritaba por doquier mis canciones favoritas, también aprendí a bailar mientras veía los videos de High School Musical, por ejemplo. Entonces se me prendió el bombillo, y dos ideas increíbles vinieron a mí:



• Pasarme a un colegio de artes
• Comenzar a estudiar en talleres actuación, baile y canto.

Y así pasaron algunos días mientras decidía cómo convencer a mis papás de que debía irme a estudiar a otro colegio. Sin embargo, cuando vienes de una familia de derrotistas, misóginos y homofóbicos, y tu estás en contra de todas esas cosas, nada te sale muy bien. Al final mis progenitores rechazaron ambas ideas bajo las premisas de “eso no da dinero”, “ese mundo es para homosexuales”, “esas son cosas de niñas”, “no voy a gastar dinero en que pierdas el tiempo”, “tú lo que tienes que hacer es estudiar”, “esos son puros engaños, ahí no aprenderás nada, aprendes en el colegio”.
No tengo una cuenta exacta de cuantas veces insistí, traté de negociar, mostré interés y demás, pero llegó el punto donde a los catorce años, decidí romper las reglas por primera vez, y hacerme feliz a mí, hacer lo que me llamaba.
Así es como luego comencé a trabajar a escondidas en una agencia donde debía disfrazarme de personajes Disney cada fin de semana, mientras mis papás creían que solo iba a casa de mis amigos a hacer tarea.

Aquí estoy con Dharma (mi Jazmín), y yo de Aladdin.

Lo que allí ganaba, me era suficiente para pagar mi primer curso de teatro, y así lo hice, con catorce años, conseguí mi cupo, pagué mi taller y asistí en secreto para cumplir mis metas.
Por supuesto que esto de romper las reglas se terminó saliendo un poco de control, y lo siguieron un par de escapadas del colegio, piercings secretos y un cambio de actitud terrible.
Me mantuve así hasta que el taller se terminó. Logré presentar la obra final que tanto había anhelado, y el sentimiento de haberlo logrado era indescriptible. Sin embargo, era aún más el de haberme presentado por primera vez frente a tanta gente haciendo lo que me gusta.
Tarde o temprano, el secreto salió a la luz y mis papás terminaron por enterarse de lo que había hecho, y solo me vino un mar de problemas encima.
Trataron hasta más no poder sacarme esas ideas, dejarme sin ganas de seguir en esto, y como castigo a todo, me quitaron todo el cabello, me cambiaron de colegio y me prohibieron seguir yendo a mi taller.
Pero como todo buen escorpiano, terco y fiel a sus creencias, no me dejé doblegar y continué mi camino, seguí a pesar de todo trabajando, pagando lo que quería hacer y presentándome, esta vez no a escondidas, sino simplemente ante su disgusto.
Durante algún tiempo también, comencé a ver clases de piano en uno de los núcleos de orquesta en Caracas, pero no pasé de los cuatro meses porque créanme, aprender a leer partituras era un problema gigante -o al menos para mi. Así continué, entre los cursos y talleres que podía pagar y las pequeñas cosas que aprendía a hacer por mi propia cuenta.
Creo que en resumen, esa es la parte interesante de mi historia como artista y de qué manera comenzó todo. Ya tengo 18, y he seguido trabajando en mí, en lo que quiero ser. Ahora formo parte de un grupo de teatro musical comunitario en mi ciudad llamado “Tiempos de Broadway”, estuve en cuatro montajes musicales hasta el momento, veo clases de canto privadas con @granaddiction y cada vez todo va mejorando más. (Bueno, la cuarentena no ayuda pero ahí va).


Algún día lo voy a lograr, todo lo que soñé.


En algún momento voy a contarles como conseguí alcanzar mis sueños.
Lo prometo.
Mientras tanto, ¡gracias por leerme y aceptarme en el panal!

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