This publication is my entry for the Christmas pets contest organized by the Hive Pets community, find out all the details, here.
Those who know me associate the phrase "my monkeys" with my children Sophi and Sam, because I say to them with absolute love and affection, they are "my monkeys" spoiled, the love of mommy. However, the reality is that there are not only two monkeys in this household, but three, because Paul is another member of this family, and this is literally "my monkey".
Maybe some of you already know Paul, but for those of you who don't know his story, I'll tell you briefly. About two years ago, while we were traveling to take pictures in a tourist area inhabited by indigenous people, my husband saw a young indigenous man with a little monkey a few weeks old. Talking with the man, he learned that the monkey was for sale, and that if by night they had not succeeded in selling it, then they would eat it in a monkey soup.
That comment resounded and echoed in the head of my husband, who during the whole trip back did not stop repeating what could be the destiny of that little monkey, or it would fall into the hands of pet exploiters or it would die sacrificed as food. So he without hesitation turned the car around and we returned for the monkey, we had to pay the Indian with 5 kg of salt, which is used by them to preserve their food, and we rescued the little monkey ... there began this adventure.
Since then, Paul has been a member of this household, he is a super spoiled monkey, who even pouts to achieve his goals. Whenever we travel out of town we take him with us, he is so tame that he doesn't like to be alone. And his feeding is a real feat, because he is so sybarite, that it disgusts him to get his hands dirty, so he is very meticulous when it comes to eat, but although he has adopted many human customs, he is reluctant to wear clothing or attire.
Well, but today I really want to share with you some photographs that I managed to capture a few days ago when Paul took over my Christmas tree. In front of so many lights and decorations, obviously he was captivated, and without hesitation, he jumped into the tree and went inside. He wanted to grab everything in his path, he is a very curious and observant monkey, so in the process he broke two of my ornaments, so I scolded him... and what did he do? Well, he looked at me with those little eyes that make you fall in love (like Shrek's cat), and of course, I melt in love and forgive his mischief.
He became so obsessed with the Christmas lights, that he touched them, watched them, I think he even wanted to eat them hahaha...Paul walked around the Christmas tree from top to bottom. And in order to get him out of there it was a real adventure, I almost had to bring a court with an eviction order hahaha, because he was really fascinated by the Christmas tree that refused to leave there, he enjoyed it very much.
The truth is that we all enjoyed this moment, on the one hand Paul snooping around, and on the other, us watching him have such a good time. With Paul we never get bored and the laughs don't wait, he is just too witty and funny. Although, after all this fun time I had to practically redo all the decorations on the Christmas tree, or else Santa would get a real mess today when he brings the Christmas presents.
Other Sources: Pixabay.com [1] / [2] / [3]
Design & Edition: Microsoft Power Point / Canva.com
Quienes me conocen asocian la frase "mis monos" con mis hijos Sophi y Sam, pues así les digo a ellos con absoluto amor y cariño, ellos son “mis monos” consentidos, el amor de mami. Sin embargo, la realidad es que no solo existen dos monos en este hogar, sino 3, pues Paul es otro miembro de esta familia, y él sí que es literalmente “mi mono”.
Tal vez algunos de ustedes ya conocen a Paul, pero para aquellos que no conocen su historia, se las contaré brevemente. Hace cerca de dos años, mientras viajábamos para tomar fotografías en una zona turística habitada por indígenas, mi esposo vio a un joven indígena con un monito de pocas semanas de nacido. Se acercó para verlo más de cerca y conversando con aquel hombre, se enteró de que el mono estaba a la venta, y que si por la noche no habían logrado venderlo, entonces se lo comerían en una sopa de mono.
Aquel comentario retumbó e hizo eco en la cabeza de mi esposo, quien durante todo el viaje de regreso no dejó de mencionar lo que podría ser el destino de ese pequeño mono, o caía en manos de algún explotador de mascotas o moría sacrificado como alimento. Así que sin dudarlo, dio la vuelta a la camioneta y volvimos a por el mono, tuvimos que pagar al guajiro con 5 kg de sal, que es la que utilizan para conservar su comida, y así rescatamos al monito... así comenzó esta aventura.
Desde entonces, Paul ha sido un miembro más de este hogar, es un mono súper consentido, que hasta hace pucheros para lograr sus cometidos. Siempre que viajábamos fuera de la ciudad lo llevamos con nosotros, está tan domesticado que no le gusta estar solo. Y su alimentación es toda una proeza, pues es tan sibarita, que le da asco ensuciarse las manos, por lo que es muy meticuloso a la hora de comer, pero aunque ha adoptado muchas costumbres humanas, se resiste a usar vestuario o atuendos.
Bueno, pero hoy quiero compartir con ustedes algunas fotografías que logré capturar hace unos días cuando Paul se apoderó de mi árbol de navidad. Ante tantas luces y adornitos, obviamente quedó cautivado, y sin dudarlo, saltó al árbol y se internó. Quería agarrar todo a su paso, es un mono muy curioso y observador, así que en ese proceso rompió dos de mis adornos, lo regañé... ¿y qué hizo? bueno, me miró con esos ojitos que hacen que te enamores (como el gato de Shrek), y por supuesto, me derrito de amor y le perdono sus travesuras.
Se obsesionó tanto por las luces, que las tocaba, las observaba, yo creo que hasta se las quería comer jajaja...recorrió el árbol de arriba a abajo. Y para sacarlo de allí, sí que fue una aventura, casi que tuve que traer un tribunal con una orden de desalojo jajaja, porque él estaba tan fascinado en su árbol que se negaba a salir de allí, lo disfrutó muchisimo.
La verdad es que todos disfrutamos de este momento, por un lado Paul curioseando, y por otro, nosotros viéndolo divertirse. Con Paul nunca nos aburrimos y las risas no se hacen esperar, es que es demasiado ocurrente y divertido. Aunque bueno, después de todo este rato de diversión tuve que rehacer prácticamente toda la decoración del árbol de Navidad, o de lo contrario Santa Claus hoy conseguiría un verdadero desastre cuando llegue en la noche a traer los regalos.
Otras fuentes: Pixabay.com [1] / [2] / [3]
Diseño y Edición: Microsoft Power Point / Canva.com
