Me acostumbré


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A tus mentiras me acostumbré, a tu invisible pero mortífera manera de decirme que tu amor se ha extinguido para siempre.

Alguna vez nuestra alcoba fue un lugar con un solo corazón, un palpitar incesante lleno de miel entre un brindis tras otro.

Hoy su superficie luce seca y el jazmín que se exhibía cada noche ha migrado su aroma a otro cielo, a uno de más glorias en la piel y menos silencios asesinos.

A tus ojos brillantes por el aroma de otro querer me acostumbré, a tus mañanas normales por el beso que nunca te di y que tú, ya no extrañas.

Has ido esculpiendo en tu cuerpo el color de otro amanecer prohibido para mí, mirando a través de otra ventana y acariciando otros algodones, de esas faldas que caben en tus ambiciosos deseos.

Me acostumbré al desamor matutino y tardío, y a ocultar bajo mis palabras generosas, la ruina que tu falso amor que abandonó en este sencillo pero fiel amor una fortuna envidiable, para cualquier corazón ansioso por ser amado.

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Ecency