Poseída. Suspiria, concurso de literatura y arte de terror, horror y ficción sobrenatural. 1ra edición (Literatura): Poseídos.


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Imagen de Wikipedia editada en Canva

Poseída

Cuando supimos que Adelaida estaba embarazada, aunque yo me alegré, ella no lo hizo. “Nuestro primer carajito: el primogénito”, exclamé ante una Adelaida ensimismada. Salimos del consultorio y el silencio que vino después marcaría nuestra relación a partir de aquel momento. Adelaida no fue nunca más la misma. Con el embarazo vinieron las náuseas y el asco. Al principio le repugnaba algunos olores; pero luego comenzó a disgustarle todo. Hasta que la repugnancia logró alcanzarme: “Me das asco”, dijo y tuve que mudarme, no respirar cerca de ella, no hablarle. La gente me decía que era normal y que esa etapa pronto habría de pasarle.

Entonces vino el insomnio y la convirtió en una sombra nocturna e impenitente. No tuvo sosiego cuando su vientre comenzó a crecerle. Ella se miraba en el espejo, una y otra vez, como si no le gustara lo que estuviera viendo. Su entrecejo arrugado ya le había creado una sombra en la frente. Yo trataba de decirle cosas hermosas, pero la mirada de Adelaida, como la de una Medusa, me paralizaba, me daba miedo. En aquel tiempo vino lo peor: el cabello se le empezó a caer, también los dientes. Consumir calcio fue la recomendación del doctor, pero Adelaida parecía una vela derritiéndose: su desvanecida apariencia humana se quejaba, a toda hora, mientras se aguantaba de las paredes.

Desgreñada, con un olor a agrio, tomó la costumbre de caminar desnuda por toda la casa. “Es el calor”, decía la gente. Pero cuando tomó las tijeras y cortó toda la ropita del bebé, comencé a preocuparme: regocijada en el suplicio, celebraba la maldad, dándose golpes en el vientre. “¡Adelaida, el carajito!”, le dije fuertemente. Pero Adelaida me vio y solo me enseñó los dientes. Algo parecido a la espuma comenzó a desparramarse de su boca copiosamente y con las tijeras en las manos corrió hacia el baño, mientras que yo paralizado, no pude moverme. Un escalofrío me recorrió al intuir el desenlace: un grito infernal, una carcajada y sin más, por debajo de la puerta cerrada del baño, vi cómo aparecía un charco de sangre.


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Esta es mi participación para la 1ra edición del concurso de literatura y arte de terror, horror y ficción sobrenatural de Suspiria. Si deseas participar, aquí te dejo el link de la convocatoria

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