Una voz en el remolque / concurso de literatura y arte de terror, horror y ficción sobrenatural. 3ra. edición (Literatura): Presencias.

Toda su vida transcurrió cerca de su familia, entre sus paisanos, casado con una mujer hermosa que lo amaba fervorosamente, pero un día escucho una voz dentro de su cabeza y en menos de una semana vendió la casa, el negocio, todo.
Se compró una camioneta con un remolque y le dijo a su mujer:

—Nos vamos.
—¿A dónde? ¿Estás loco Gernoa? ¿Dejaremos la casa, mi familia, la tuya, tú estás loco?
—Tengo información fidedigna —replicó Gernoa, pero sin decirle nada de la voz—, donde vamos nos irá cien veces mejor. Prosperaremos, tendremos una casa mejor, además allí tienen buenas clínicas, seguro que lograremos tener varios hijos. Nos conviene Aralia.

Finalmente, partieron, diciendo adiós a sus familias. El viaje fue largo, atravesaron llanos, cordilleras y cuatro fronteras. Aralia, una noche, se despertó y escuchó a Gernoa hablando solo fuera del remolque. Hablaba, callaba y respondía, pero ella no escuchó a nadie más.
En la mañana le preguntó:
—¿Gernoa con quién hablabas anoche?.
Él sorbió su café y respondió:
—Con nadie mujer.

Este suceso se repitió varias noches y Aralia se preocupaba; sin haber llegado a su destino, ya estaba más que arrepentida de hacerle caso a su marido.
Una noche, cuando atravesaban un solitario desierto, Gernoa durmiendo afuera por el calor, no solo hablaba, daba voces y peleaba con algo invisible. Aralia aterrada, lo vigilaba sin atreverse a acercarse y para el amanecer, Gernoa se quedó tranquilo y dormido. Cuando pasado el medio día despertó, le dijo a su mujer:—Aralia estamos cerca.

Ella preocupada, no decía nada. Pero al día siguiente llegaron a un pueblo y Gernoa le dijo:
—Aquí es.

La dejó sola en la plaza y a poco regresó con dos hombres que presentó, pero ellos no dijeron sus nombres. Gernoa les había comprado una finca y le anunció que allí vivirían. Ella le preguntó nerviosa, casi riendo, por la clínica y los médicos, a lo que él replicó que se quedara tranquila, que estaban cerca.
Gernoa traía debajo del brazo el anuncio con el nombre de la finca, se llamaba Mack-pela y allí mismo enterró a Aralia y siguió su camino acompañado de la voz.


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